Si Jim Starlin ha quedado satisfecho o no con el Thanos que han concebido los hermanos Russo (siempre bajo la atenta mirada de Kevin Feige) es algo que solo sabe él. Pero si no le gustara el loco sería él. Thanos es Vengadores: Infinity War. Durante diez años ha sido el enemigo en la sombra y ahora ha llegado su momento. Cuando Marvel Studios se prepara para su gran revolución y el cambio generacional, el Titán Loco emerge y dirige una orquesta hecha a su medida.
Anthony y Joe Russo tienen muy bien tomada la medida al género y aciertan de pleno convirtiendo al villano en el gran protagonista de la función (como hiciera en su día, por ejemplo, Tim Burton en Batman con su Joker). Años de expectación «obligaban» a que el foco estuviera puesto sobre el personaje interpretado por Josh Brolin, y ya desde la secuencia inicial del film despeja todas las dudas que pudiera haber en torno a él.
Ya sabemos como se las gastan en Marvel Studios, no se cortan un pelo a la hora de reescribir orígenes o personajes en su paso de las viñetas al cómic, y con Thanos y la Guerra del Infinito la cosa no iba a ser diferente. En su caso con el cambio sale ganando. Y no solo él. La tortuosa relación que mantiene con Gamora (que no retrotrae hasta el conflicto entre la Guardiana y Nébula en GdlG Vol. 2) permite a Zoe Saldana explorar diferentes matices de su personaje y otorga a la película una capa de rabia y emotividad que resulta determinante para el tono general del film.
Porque no olvidemos que estamos ante una de las películas evento de la Casa de las Ideas, con todo lo que ello conlleva. La comedia preponderante en los títulos que no sirven como películas puente entre sagas (veáse Ant-Man, Doctor Strange, Spider-Man: Homecoming…) pasa a un segundo plano para funcionar como descargo (en manos de personajes como Peter Parker o el gruso de los Guardianes) del drama imperante en la historia. Desde los primeros minutos se masca la tragedia en el ambiente, el final de Universo Marvel tal como lo conocemos ha entrado en su recta final, y eso se traslada a una película de marcado tono fatídico y pesimista.
Ello no repercute, sin embargo, en la frenética apuesta de los Russo. Vengadores: Infinity War funciona como un tiro, es un auténtico tour de force que no decae en ningún momento. Y hablamos de una película que llega a las dos horas y media. El ejército de personajes con los que cuenta la cinta condiciona también su propia estructura, pues tiene que lidiar en algunos momentos con hasta cinco tramas abiertas al mismo tiempo. Pero el buen hacer de Matthew Schmidt y Jeffrey Ford en la edición es notorio, equilibrando los egos de los Capis o Iron Man de turno y el foco de acción según va requiriendo la historia.
Marvel Studios celebra sus diez años de éxitos con Vengadores: Inifity War y claro, los guiños y referencias a su trayectoria son obligados. En este sentido el fanservice está garantizado. Hay cameos esperados y otros insospechados. Alguno queda un tanto forzado, pero incluso estos despiertan la complicidad del espectador más fiel. Obviamente hay situaciones que generan dudas y hasta incredulidad, o hay personajes que molestan más que aportan… los defectos de siempre en este tipo de producciones están presentes. Y ojo con una de las imágenes más lustrosas de los tráilers que ha desaparecido del montaje final sin dejar ni rastro. Pero con todo, no cabe duda de que Marvel Studios ha vuelto a dar un golpe sobre la mesa y sienta cátedra sobre cómo hay que enfocar el cine de superhéroes con mayúsculas.
Thanos ha mostrado sus cartas y ya ha realizado su movimiento. Ahora les toca a los Vengadores. En 2019, previa parada por Ant-Man y la Avispa y -principalmente- Capitana Marvel, llega el Guantelete y el fin del universo Marvel tal y como lo conocemos.
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