La de Thunderbolts* es una revolución contenida en el seno de Marvel Studios. La película protagonizada por Florence Pugh (su personaje es quien capitanea el extenso reparto, erigiéndose como una de las cabezas visibles del futuro a corto-medio plazo del UCM) toma nota de los errores pasados dejando de tantear terrenos sin ton ni son en lugar de consolidar los argumentos ya dispuestos sobre la mesa (caso The Marvels o Eternals, que abrían vías que han quedado en el olvido) y no forzando la inclusión de personajes de escaso carisma entre la audiencia (como han podido ser G’iah o Echo), para construir una aventura sencilla de ejecución, de espíritu muy influenciado por la primera fase (la comandada por Joss Whedon) y predecible en su esquema pero tremendamente efectiva.
Thunderbolts* se apunta a reinterpretar la fórmula que vertebró el éxito de los Vengadores originales. Y lo hace con descaro y sin complejos porque si algo funciona ¿por qué cambiarlo? Esa parece ser la argumentación de Jake Schreier y los guionistas Eric Pearson y Joanna Calo. Un equipo que da las claves principales de este proyecto. De un lado tenemos a uno de los directores de la serie Bronca, de Netflix, y a una guionista curtida en comedias (negras) dramáticas como la citada Bronca, The Bear o la animada BoJack Horseman y, de otro lado, un guionista curtido en lides marvelitas a través de aquellos one-shots en los que Marvel Studios exploraba los entresijos de S.H.I.E.L.D. y de dos títulos tan reivindicables como Thor: Ragnarok o (de especial relevancia para la película que nos ocupa) Viuda Negra.
Es decir, tenemos un relato muy centrado en los personajes (unos personajes en las antípodas de los ideales que representaban Vengadores y cuyas dinámicas están cargadas de fricciones), en un contexto de traiciones, espionaje y política, pero que no olvida que entre nosotros también habitan auténticos dioses.
Thunderbolts, en los cómics, surge como una iniciativa de Zemo (quien en el UCM encarnase Daniel Brühl) para sustituir a los Vengadores (desaparecidos por aquel entonces) con villanos. Estos al final se rebelarían e intentarían seguir el camino del héroe… a su manera. Con el tiempo Thunderbolts se convirtió en un grupo de (anti)héroes al servicio del gobierno norteamericano, tuvo episodios villanescos y otros heroicos y entre sus filas ha habido personajes tan dispares como Soldado de Invierno, Luke Cage o Hulk Rojo. Y en los cómics también encontramos a Vengadores Oscuros, un grupo de villanos disfrazados de héroes formado por Norman Osborn (cuya misión también era la de sustituir a los héroes más poderosos de la Tierra) que acabaría su trayectoria mordiendo el polvo contra los Vengadores. En aquel grupo, además de tipos como Piedra Lunar (enemiga de Capitana Marvel) o Escorpión/Veneno, estaba un tal Vigía.
Thunderbolts*, pues, recoge ambos conceptos: Thunderbolts y Vengadores Oscuros, pero dándole la vuelta de tuerca que siempre le da Marvel Studios a los referentes comiqueros. Sin embargo, esta vuelta de tuerca carece de sorpresas para quienes hayan seguido la tradición de las viñetas. La presencia de Vigía (explotada en los tráilers) delimita cuál es el conflicto que depara a los protagonistas y la de personajes como Bucky o Yelena (que desde Viuda Negra ha iniciado su particular camino de redención) marca inevitablemente el destino de estos Thunderbolts*. Y ante la duda, la recuperación de determinados (e icónicos) escenarios o la emulación que hacen Bob y Yelena de la relación entre Hulk y Viuda Negra en su día, nos recuerdan en todo momento que funcionó en Vengadores y porqué.
No en vano, el rótulo con el que cierra la película y que resuelve la incógnita del asterisco que acompaña a estos Thunderbolts sí supone una sorpresa y declaración de intenciones, no tanto por la revelación en sí (como decimos, el desarrollo de la aventura no da lugar a otros senderos argumentales), sino por la resignificación del concepto elegido respecto a su inspiración comiquera.
Quizás, volviendo a la retroalimentación de Thundernolts* respecto a Vengadores, falte la gran escala en la que se situaba aquella, pero esto es algo de lo que el filme de Schreier es consciente y subraya en cuanto tiene ocasión. A este respecto y teniendo en cuenta los títulos que se aproximan en el horizonte, Thunderbolts* tomaría la función de Capitán América: El Soldado de Invierno o, incluso, Capitán América: Civil War, que no es poca cosa.
Thunderbolts* revoluciona un UCM que andaba perdido, sin una dirección clara, pero lo hace echando la vista a atrás, recuperando conceptos y modos de hacer que saben que funcionan. Un sólido pasito atrás para, si Muerte así lo desea, dar dos pasos de gigante y recuperar, por fin, el brillo que Thanos se llevó consigo.
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