«Ésa será mi vergüenza hasta el día en que me hunda, muerto, en las profundidades«

 

Segundo tomo (de tres) de la aventura con la que Jason Aaron ha decidido congraciarse con el Hombre Submarino y el escenario que se se abre ante nuestros ojos comienza a agigantarse tanto que casi pareciera que hubiéramos viajado a un planeta muy muy lejano. Y es que a veces se nos olvida la verdadera magnitud de la proporción de la Tierra que está cubierta por mares, océanos, lagos y ríos. Los humanos montamos guerras, nos invadimos los unos a los otros y consideramos inmensas unas superficies de terreno que apenas suman un tercio de lo que supone la superficie de todo el planeta. Así pues, lo que se esconde más allá de nuestras costas supone la verdadera inmensidad casi inabarcable dentro de nuestro pequeño planeta del Sistema Solar.

 

Aaron plantea un imperio (el de la Atlántida) que se ha desmoronado, creando un vacío de poder que siete reyes de otras tantas regiones se disputan en un intento de mantener bajo un mismo mando a todos los habitantes del mundo submarino, tanto tiempo golpeado y olvidado por los habitantes de la superficie. Así, el guionista de la más reciente versión del Castigador (¿qué hacéis que no os la habéis leído?), enriquece y dota de un enorme número de detalles a un mundo que permanecía muy poco explorado dentro de la Casa de las Ideas pese a su antigüedad y su cercanía al resto de personajes de la editorial. Sí que observo, dentro de lo que se está construyendo, la influencia tanto de la popular serie de Juego de Tronos como (y no es tontería, porque me pareció un gratificante ejercicio de imaginación) de las dos películas del Aquaman de Jason Momoa que han visto la luz en los últimos años. Pero poco importa de dónde esté sacando las ideas Aaron si el resultado revierte en enriquecer el universo marvelita y ofrecer a los lectores un nuevo mundo sobre el que ejercer su imaginación.

 

«Y era lo suficientemente joven, estúpido, arrogante… para creerlos«

 

Frente a toda la violencia que se está desarrollando el guionista, con un fino sentido de la ironía, pone a la persona que más veces ha recurrido a esta misma herramienta. Namor se encuentra con un reino dividido que ha aprendido a imponer la ley y la obediencia mediante la agresión y el miedo. Resulta llamativo que ninguna de las facciones en liza habla de instaurar una democracia, sino que todas tratan de imponer un nuevo sistema que no sea sino un mero reflejo del anterior, sólo que con nombres y caras nuevos a los que odiar. ¿Cuál será el resultado de toda esta violencia gratuita? Lo veremos en el tercer volumen de una colección que, como pasó con Punisher, reivindica el buen hacer de este guionista cuando no tiene que lidiar con un equipo heterogéneo de personajes con egos que compiten por ver cuál está por encima de los demás.

 

 

Dejo en vuestras manos y vuestro criterio a cuál de los bandos apoyaréis en el tercer y definitivo volumen. Por mi parte sólo espero que la editorial norteamericana no se olvide pronto de todo lo que nos está construyendo en esta parcela del universo marvelita. Ojalá pronto Panini nos sorprenda con una segunda temporada de esta cabecera… O con una nueva serie que cambie el frío del espacio por las oscuras profundidades de la sima oceánica más peligrosa.