«Vale, ya lo pillo: Eres idiota«

 

Llevo ya unos cuantos años leyendo cosas de Jason Aaron aquí y allá y le he visto escribir historias duras, profundas, sangrantes y hasta religiosas, pero nunca algo tierno y dulce y ha tenido que llegar Planeta Cómic para presentarme su Érase una Vez en el Fin del Mundo, el cómic con el que he descubierto la faceta más hermosa de las que podía ofrecer un guionista que suele preferir la cara áspera y peligrosa de la vida. Todo esto en uno de los escenarios más cochambrosos y faltos de cualquier cosa que se asemeje a un futuro de los que haya podido escribir este autor. Una suerte de tierra baldía más extrema de la que imaginaran quienes escribieron los guiones de Fallout o Mad Max, un lugar de muerte y podredumbre en el que el guionista de cositas como Lobezno, Doctor Extraño o Los Vengadores decide plantar la semilla de una historia de amor adolescente.

 

Para ello tira de dos arquetipos: la dura y despiadada Mezzy y el soñador y alegre Maceo tienen esa química que siempre está a un traspiés de desembocar en una paliza… o en un abrazo. Dos polos opuestos que tienen mucho que enseñarse mutuamente más allá del fin del mundo y que se necesitan aún más de lo que podría captarse a simple vista. Así, con estos mimbres Aaron nos cuenta una historia que no tiene mucho de nuevo (más allá del dónde o del cuándo), pero que resulta igualmente entrañable y que, además, nos mantiene interesados con un vistazo hacia el futuro de ambos personajes en el que no parecen abundar las miradas furtivas ni los cariñitos, sino más bien todo lo contrario.

 

«Todo esto son las armas de los salvajes y de los woke«

 

Junto a Aaron nos encontramos a Alexandre Tefenkgi, dibujante europeo del que pocas cosas hemos visto en este país más allá de una colaboración puntual en Harley Quinn y otro par de obras autoconclusivas. Su arte nos muestra ciudades devastadas y eriales infestados por toda clase de criaturas peligrosas y tóxicas, pero lo mejor nos lo encontramos con su trato de las expresiones y la gestualidad de los protagonistas, que nos resultan cercanos y amables dentro del estercolero en el que viven y a pesar de su estilo no opte por el más ambicioso realismo. Pero es que muchas veces no necesitamos muchos detalles, sino los detalles correctos para poder empatizar e intimar con los personajes de un relato.

 

 

Érase una Vez en el Fin del Mundo es una bonita historia acerca de cómo puede florecer el amor en las circunstancias más adversas y una fotografía del mundo del futuro con la que es mejor rezar para que no nos alcance. Mezzy y Maceo son unos personajes carismáticos que piden a gritos una continuación que no nos llegue, como suele acontecer con esta editorial, dentro de seis meses o más (cuando ya no s hayamos olvidado de ellos). Una búsqueda rápida por la red me cuenta que ya hay quince números de este cómic publicados (este tomo reúne a los cinco primeros), así que en principio es gratis soñar… Aunque el hecho de que no esté programada la publicación del segundo volumen haga que me recorra un escalofrío por los huesos.