Panini edita en formato de lujo la saga que inspiró la nueva película de la Casa de las Ideas.
«Tengo un asiento preferente para ver cómo muere la ciudad que amas«
Me viene de repente a la cabeza el filme Eternamente Joven (Steve Miner, 1992) sobre un soldado (Mel Gibson) que se ofrece voluntario en 1939 para un experimento de criogenia de un año de duración para no tener que contemplar la muerte de su novia. Años después, en 1992, el soldado se despierta en un almacén y se enfrenta a un aterrador mundo que ha cambiado radicalmente en el último medio siglo. La historia, un drama con toques románticos que pasaba por poco más que entretenida, era un fiel reflejo de lo que tradicionalmente se nos ha contado sobre el Capitán América (congelado en las postrimerías de la II Guerra Mundial y recuperado del fondo del Atlántico por los Vengadores) y reflejó con bastante exactitud gran parte de los sentimientos que se esperarían de una persona arrancada de su época y que pocas veces nos paramos a considerar como propios del héroe de Marvel.
Sin embargo, Ed Brubaker desembarcó en 2005 en la Casa de las Ideas con la firme intención de relanzar la carrera del Centinela de la Libertad y esa meta pasó, en primera instancia, por un primer arco argumental que pasaba revista al aspecto psicológico del héroe que había despertado en un mundo al que apenas reconocía. Out of Time puede que comience a mostrarnos leves fogonazos del personaje que da nombre a este tomo, pero el verdadero protagonista de esta historia de cinco números es el pasado de Steve Rogers y cómo éste no para de recordarle que todo aquello y todos aquellos por quienes luchó un día han muerto. Brubaker es capaz, incluso, de jugar con historias de la Edad Dorada y con viñetas de hace décadas para hacerlas encajar en la realidad actual del personaje y mostrarnos angustiosos flashbacks que nos llevan a la parte más cruda de la guerra e insinúan, de una manera bastante obvia, el objetivo instrumentalizador de los altos mandos de cualquier ejército para con sus subalternos. Si Anthony y Joe Russo son capaces de trasladar estas sensaciones a la gran pantalla entonces Capitán América: El Soldado de Invierno será una adaptación digna.
«He visto mucha guerra… Y había visto mucha antes de venir a Francia«
Porque el nuevo proyecto de los hermanos Russo se basa en esta, la que ha sido valorada como la mejor etapa de la historia del Capi. Y, aunque se agradece el esfuerzo, uno no puede menos que dudar del resultado que pueda emerger del proyecto cuando este cómic se aleja tanto del género superheroico de acción para hundir sus raíces en la novela negra y en el género bélico. Capitán América: El Soldado de Invierno es una obra acerca del síndrome del superviviente, una patología diagnosticada en muchos soldados que el guionista de Maryland plasma (con ayuda de Steve Epting) con crudeza. El guionista atenaza a Rogers y lo obliga a revivir los peores momentos de la Guerra sin descanso, convirtiendo al carismático personaje en una bola de nervios y tensiones que apenas duerme, se arriesga hasta el extremo y que poco a poco comienza a perder contacto con la realidad.
Esta espiral descendente no puede ser eterna y, de manera suave e imperceptible, el autor logra que el Primer Vengador se vaya levantando, aprendiendo a convivir con su dolor a la vez que lo utiliza como muleta para, apoyándose en él, ser capaz de evolucionar en algo mejor, en el hombre que necesita la época oscura en que vivimos…
Y es entonces cuando entra en escena ‘Bucky’ Barnes.
«No se trata de sentimientos, señor«
Como bien explica el propio Brubaker en la introducción, en Marvel siempre habían existido tres excepciones al ciclo continuo de muertes y resurrecciones de su universo comiquero: el tío Ben, Gwen Stacy… y Bucky. Pero al guionista esta última no le gustaba un pelo. Se supone que Steve Rogers cayó al Atlántico desde un avión cargado de explosivos al que también se había enganchado su compañero de aventuras y del que éste último no pudo soltarse a tiempo. Lo que a Brubaker le fastidiaba es que esta historia no se contó nunca «en directo», sino que siempre formó parte de los flashbacks y explicaciones más o menos creíbles que este o aquel autor dieron al hecho de la desaparición del personaje de Bucky Barnes. La creación del personaje de Soldado de Invierno fue, por tanto, el golpe sobre la mesa que el guionista quiso dar en favor de un personaje muy querido por él y muy olvidado por el resto.
Y lo cierto es que la jugada no le pudo salir más redonda. Soldado de Invierno (pese a que su nombre pierde algo de empaque en castellano, mola más Winter Soldier) podría haberse quedado en el típico personaje trágico o en un secundario para el olvido, pero el «nuevo» Bucky desprende carisma por todos sus poros y prueba de ello es que la Casa de las Ideas le llegó a permitir hace unos años vestir las ropas de su mentor tras la «muerte» de éste al final de Civil War. No sólo eso, sino que sus aventuras en solitario (también guionizadas por Brubaker y de las que ya os hablamos en su momento) se encuentran dentro de ese reducido número de cómics que podríamos considerar indispensables. El Soldado de Invierno no ha cumplido aún una década en Marvel y ya es un personaje de primera plana que, por cierto, volverá a contar con serie propia muy pronto.
«S.H.I.E.L.D. pronto sería otro brazo del mundo de Magnus«
Panini complementa este tomo con dos historias muy diferentes entre sí. Por un lado tenemos a Jack Monroe (el Nómada) y la historia de su vida tras su salvación por parte de Rogers y hasta su siniestra actualidad (que vemos en Out of Time). El relato, que sirve de separador entre las dos sagas que componen el tomo, viene a ser un reflejo en negativo de la primera historia, una especie de «qué habría pasado si el Capi no fuera tan fuerte, si se hubiera derrumbado». La Solitaria Muerte de Jack Monroe es un viaje a la locura más siniestra visto desde los ojos de quien lleva el volante… y lo suelta. En la otra cara de la moneda, Marvel edita por primera vez el tomo perteneciente a Dinastía de M que protagonizó el Capitán América para enseñar como viviría un anciano Steve Rogers la utopía creada por la Bruja Escarlata. La historia, que es aún más pesimista (si cabe) que la protagonizada por Monroe no llega a convencer del todo y uno entiende que no fuera editada en su momento. Además, su temática casa de una manera demasiado vaga con el resto del tomo y no es muy recomendable leerla nada más terminar la historia principal.
Por 30 Euros Panini nos trae un tomo increíble (y bastante bien encuadernado, para variar) que viene bien acompañado de portadas y bocetos y que engloba a una de las mejores sagas del Centinela de la Libertad desde su creación allá por los años 40. Una lectura fantástica para conocer a los personajes de la película que se estrena el 28 de marzo y/o la manera perfecta de profundizar en los mismos tras el visionado del film.
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