La dupla formada por Mark Waid y Chris Samnee parece estar bendecida por los hados. En los últimos años, proyecto que cae en manos del equipo creativo, proyecto que se convierte en éxito. Sucedió con su estancia en Daredevil, pasó lo mismo en su breve pero intensa aventura al frente de Viuda Negra, y presumiblemente volverá a acontecer en Capitán América, ya metido en la vorágine de Marvel Legacy.
En esta nueva etapa nos encontramos con un Steve Rogers que debe luchar por recuperar su buen nombre después del desastre que supuso Imperio Secreto. El Capi Hydra socavó la buena imagen del veterano héroe y ahora debe esforzarse por recuperar la confianza de todos aquellos que un día fueron sus más fieles seguidores. Debe empezar desde abajo para limpiar su imagen y el símbolo de esperanza que representa. Al Capi de Samnee y Waid le sucede un poco lo que a EEUU en la escena actual. Los desmanes de su presidente están lapidando la imagen del país. Y es la gente desde la calle la que grita por recordar cuáles son los valores que una vez hicieron grande a América (parafraseando al líder de la postverdad).
Este Capitán América, al igual que hiciera Viuda Negra, mira a su pasado. Pero lo hace desde un punto de vista optimista, cargado de esperanza y nos recuerda (que parece que lo hemos olvidado) que no son necesarios graves traumas personales para convertirse en un héroe. Rogers es un tipo con una moral inquebrantable que viendo la oportunidad de hacer lo correcto, siempre lo hizo. No necesitó de ningún tipo de losa sobre sus hombros o un estímulo vengativo cualquiera para defender el bien. Como dice en las páginas de este cuaderno: «Sabemos qué es lo correcto. Los fuertes protegen a los débiles. Esa es la regla». Encarna, en este sentido, un ideario muy similar al del deceíta Superman, con la diferencia de que Rogers, por mucha superfuerza que pueda tener, sigue siendo un hombre corriente, un americano medio.
De esta primera entrega resulta muy interesante la lectura del texto escrito por Waid que cierra el capítulo. En él habla precisamente de esto que hemos ido comentando en el artículo, de cómo Capitán América lucha por lo correcto, sin dobleces o matices de ningún tipo. Lucha por el bien, sin rendirse nunca. A esta representación tan romántica del heroismo le sienta como anillo al dedo el dibujo de Samnee (y el color de Matthew Wilson), de marcado carácter icónico, subrayando la imagen del escudo siempre que puede. Todo en este cómic juega en un sentido muy simbólico, y nos recuerda que hay otra forma de hacer/leer cómics y de entender el valor. Capitán América ha vuelto.
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