All In Action Comics

All In Action Comics #3-4: Súper-cajón de sastre

El tercer y cuarto volumen de All In Action Comics evidencia que -por el momento- estamos ante una cabecera que mantiene ciertas distancias con la actualidad deceíta y que funciona como una suerte de cajón de sastre para que autores de renombre en la industria anglosajona (tipo Mark Waid o G. Willow Wilson) se den sus caprichitos con el hombre de acero y su familia. Para ser sinceros, esta toma de conciencia del espíritu de Action Comics ha desinflado nuestro ánimo después de lo bien que lo habíamos pasado con los dos primeros tomos de la colección.

 

«No vamos a volver, hijo de Jor-El»

 

Veíamos a Waid proponer aventuras que incluyeran no solo a Kal-El, sino también a personajes como Kara (quien además contaba con su propia historia de complemento escrita por Mariko Tamaki), Mon-El o Superboy. La súper-familia al completo, un poco lo que hacía en su día Detective Comics de James Tynion IV, aunque con ambiciones y tonos diferentes. Pero llegamos al tercer volumen y descubrimos que nuestras expectativas estaban muy alejadas de la realidad. Y cual kriptonita, la realidad nos ha tumbado. Waid tenía planeada una aventura en doce partes y ya está. En el horizonte no había nada más.

 

All In Action Comics

 

Y es una pena, porque el guionista había dado con un tono y unas dinámicas que funcionaban muy bien, homenajeaban el espíritu clásico de Superman y sus aventuras, pero con un ritmo y fluidez muy actuales. Con todo, como historia autónoma del personaje es una lectura recomendable, muy disfrutona. Y seguramente gane más cuando se recopile en un solo tomo y se venda como Superman: Fantasmas, una historia autoconclusiva de la súper-familia.

 

La historia que, por el contrario, no ha sabido poner un broche de altura es la protagonizada por Kara. Ya lo comentamos en el anterior post, Tamaki había concebido un relato excesivamente críptico y esa ambigüedad termina pasando factura. Culpabilidad, segundas oportunidades, actitud proactiva… muchas ideas y conceptos «hondos», con ínfulas de gravedad, pero tratados con la delicadeza de una pluma, a la mínima brisa de viento desaparece de nuestra vista. Y eso es lo que le sucede a la historia de Tamaki. Se va con el viento y se olvida.

 

Más o menos lo que le sucede a la historia que abre All In Action Comics #4. Se olvida, pero no porque las intenciones y ejecución vayan en direcciones opuestas, sino porque John Ridley habla de conceptos como la esperanza o de la aflicción como el pintor de una obra: a brochazos. La historia vuelve a ser entretenida, pero está hueca por dentro. La segunda historia, en cambio, al enfocarse en algo más pequeño y concreto, da en el clavo. Para contar algo con sentido y significado no hace falta acudir a las grandes cuestiones de la condición humana, basta con narrar algo de verdad. Eso es justo lo que hace G. Willow Wilson, que usa la excusa de un viaje periodístico de Clark sobre el problema del deshielo y el cambio climático para retratar a Lois y a Clark y concluir con una escena tan emotiva en su cotidianidad que habla -precisamente- de la esperanza. Muchas veces se dice eso del «menos es más». Aquí tenemos un ejemplo perfecto.

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