Crush y Lobo

Crush y Lobo: Sin moraleja

Crush y Lobo«Si eres sensible, tápate los ojos«

 

Leo este tomo de Crush y Lobo que publica ECC y me quedo con una sensación muy parecida a la que me produce cierta ficción televisiva y comiquera que se encuentra ya en su recta final en la plataforma de Disney+. Una de dos: o estas cosas me están pillando ya demasiado mayor (sin que deba serlo todavía) y ya no entiendo ni su narrativa ni su humor, o las hechuras son tan malas que eclipsan un argumento central que, sin embargo, tiene un cierto punto interesante que no debería pasarnos desapercibido. Tal y como le ocurre a la serie de cierta abogada musculada, las hechuras de este cómic de Mariko Tamaki dejan muchísimo que desear. Los fans de Lobo se encuentran con un cómic en el que él no es más que un secundario (el título debería haberles dado una ligera pista) y los que decidimos interesarnos por la historia y por la complicada relación entre la anti-heroína ex de los Titanes y su padre nos encontramos con una serie que es difícil de digerir.

 

Por sus diálogos, por su argumento en círculos, por lo vacío que parece todo, por las altas dosis de autodestrucción… Pero sobre todo porque Tamaki no invierte ni lo más mínimo en dotar de cierta profundidad a la relación entre Crush y la novia a la que deja plantada en la Tierra  cuando sale en busca de su padre ni invierte ni un poquito de lo mismo en explorar la manera en la que el último czarniano ha influido en su hija y en los puntos en los que éstos dos se separan por completo. Es decir, las ideas están ahí, pero en ningún momento nos llegamos a creer que la novia de Crush (Katie, he tenido que volver a buscarlo) sea capaz de enamorarse de ella (casi nos cuesta creer que sea capaz de atarse los cordones sin ayuda) y los paralelismos entre la manera en que se han separado y la forma en que Crush se relaciona con su padre y éste con el resto del universo le provocan a la protagonista, como mucho, ligeros momentos de reflexión… que rápidamente acalla con algún chiste tan mal tirado que huele a escritura perezosa desde aquí.

 

«Pero si has prestado atención a esta historia sabrás que no es inteligente hacer esa pregunta«

 

Me fastidia de sobremanera, porque lo cierto es que el tema que aquí se aborda (hasta qué punto condicionan nuestros padres las maneras en que nos comportamos en nuestras vidas) me parece la leche y me da un poco igual que esto se trate con Crush y Lobo, Bruce y Damian Wayne o Zipi, Zape y don Pantuflo Zapatilla. Es un tema que bien merece una miniserie, pero que la guionista apenas roza, malgastando una oportunidad de oro para no sólo hacer crecer a los personajes que protagonizan la historia, sino también para plantarnos en la cara un cómic que sea un algo más que doscientas páginas de explosiones, café intergaláctico y chistes sobre las partes pudendas del más famoso cazarrecompensas deceíta.

 

Crush y Lobo

Crush y Lobo

 

¿Habrá, como ocurre con la serie de la que os hablaba antes, una firme comunidad que defienda este cómic? Lo desconozco. Pero lo cierto, lo que parte de la simple y llana objetividad, es que Crush y Lobo es intrascendente, aburrido y está mal escrito y pasará sin pena ni gloria por nuestras estanterías. En la época en la que vivimos hay mejores cosas en las que invertir nuestro tiempo y nuestro dinero.

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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