Nosferatu

Nosferatu: Romanticismo gótico

Si me dijeran que novela recomendaría siempre esa seria, sin ninguna duda, Drácula. La novela de Bram Stoker no solo es un hito en la literatura sino también en la forma en como se narra los hechos. Bram Stoker no se rindió a una novela clásica, sino que decidió contar esa historia a través de cartas que se enviaban los protagonistas de la novela. Sus adaptaciones al cine han tenido de todo, desde obras maestras hasta cintas completamente olvidables. Pero hubo una adaptación que comenzó todo aquello del vampirismo y que consiguió meter el miedo en el cuerpo a todo el mundo. Nosferatu: Sinfonía de un horror, de F. W. Murnau, cogió el expresionismo alemán para crear imágenes completamente terroríficas y meter el miedo de los espectadores. Fue una película perseguida, pues no contaba con los derechos de la novela. Años más tarde, Werner Herzog, reinventó esa historia con su Nosferatu. Ahora, cuando el mito de Drácula y del vampirismo parece irse apagando, Robert Eggers coge esa historia y la hace suya para regalarnos Nosferatu, un cuento de terror gótico que anda entre el expresionismo alemán de F. W. Murnau y el romanticismo del Drácula de Bram Stoker, de Francis Ford Coppola. Nosferatu, de Robert Eggers, es una historia de terror gótico que habla sobre la soledad, sobre el amor y de nuestras ansias, como seres humanos, de poseer todo aquello que no podemos poseer. Una muestra más del talento de Robert Eggers tras las cámaras.

 

Nicholas Hoult y Aaron Taylor-Johnson

 

Desde que la cinta arranca sabes perfectamente que estás en una película de Robert Eggers. Y es que, el director de La bruja o El faro, ha conseguido con tres películas dejar para el recuerdo imágenes que parecen cuadros que deberían exponerse en museos. Eggers es un esteta de la composición de cuadros, tanto de puesta en escena y de iluminación, es un director que tiene todo medido al milímetro en ese sentido que muchas veces parece que sus obras caen por completo en el tema narrativo. Pero no son el caso, siempre tiene un sentido todo lo que muestra en pantalla y como lo muestra. Nosferatu destaca por su paleta de colores y de una iluminación casi inexistente, acercándose en todo momento a ese Nosferatu, de Murnau. Es por eso por lo que en muchos momentos parece que en las secuencias más oscuras no se aprecia nada, algo que puede también explicarse para ponerte en la posición de los personajes de no ver nada en la oscuridad y estar a merced del Conde Orlok. Y todo esto ayuda a crear unas secuencias realmente asfixiantes e inquietantes, haciendo que en todo momento estemos incomodos en la butaca esperando que sea lo que va a suceder o como se van a desarrollar los hechos. Aunque todos esos hechos ya sabemos más o menos como se van a desarrollar, porque la historia de Drácula es la que es y no se puede cambiar a la ligera.

 

Lily-Rose Depp

 

Pero Robert Eggers sabe sorprender. Quizás el mayor secreto de toda la película sea el aspecto del Conde Orlok, el cual no voy a revelar para no estropear la sorpresa, si que no dejará indiferente a nadie. Y es que una de las cosas que mejor consigue Eggers es que la presencia del Conde Orlok sea única y genere tensión en todo momento. Aunque tu le veas en pantalla no estás tranquilo, pues puede hacer cualquier cosa en cualquier momento. Además, Eggers se guarda bajo la manga algunos tramos de la cinta realmente increíbles. El viaje en el Demeter, el barco que transporta al Conde Orlok hasta Alemania, es corta, pero intensa, creando una secuencia de puro terror y donde comenzamos a ver los primeros atisbos del nivel de gore que va a alcanzar la cinta en esta parte. Porque si, la cinta tiene sangre y mucha en ciertos momentos, siendo muchas veces desagradable de ver. Y es que la cinta devuelve al mito del vampiro al terror puro, al terror más visceral dejando de lado cualquier atisbo que no sea meter el miedo en el cuerpo de los espectadores. Y creedme que conseguiréis estar en la butaca, con los dedos frente a la cara para no ver todo lo que acontece en pantalla. Quizás, desde La bruja, sea la cinta de Eggers con más terror.

 

Willem Dafoe

 

Y para la ocasión se ha juntado con unos actores que, realmente, consiguen convencer y llevar todo el peso de la cinta sobre sus hombros. Nicholas Hoult, como Thomas Hutter, crea un personaje que va desde lo más inocente del mundo hasta ser un hombre que lucha por alejar del mundo a un ser malvado como el Conde Orlok. Aaron Taylor Johnson, al que también hemos podido ver en Kraven: The Hunter, crea un personaje pequeño pero necesario para entender mejor ciertas cosas de la historia. Pero sin duda alguna, los dos grandes actores que llevan todo el peso son Lily-Rose Depp y Bill Skarsgård. La primera como Ellen Hutter, el motivo por el que el Conde Orlok abandona Transilvania para ir a Alemania. Su interpretación tiene una fuerza realmente increíble y, donde lo da todo, es en una secuencia junto a Nicholas Hoult que realmente pone los pelos de punta de la cantidad de cambios de registros que tiene. Una auténtica sorpresa. Bill Skarsgård es el Conde Orlok. Si ya consiguió meterse por completo en la piel del payaso Pennywise en It, lo que hace como el vampiro más conocido del mundo es único. Su presencia aterroriza, pero es que la voz se consigue meter por completo dentro de tu cabeza, creando pesadillas a la vez que ves la propia película.

 

En definitiva, Nosferatu es un hito. Tendrá sus detractores, seguro, pero es una cinta que nos permite ver que se pueden volver a tocar clásico, llevarlos al terreno de uno y conseguir una obra realmente apabullante. Robert Eggers es un maestro a la hora de componer los planos y de escribir las historias, no dejándose influir por lo anterior e intentando dotar de algo fresco a sus historias. Su Nosferatu es mucho más romántico que otra cosa y ha devuelto al mito a ese terror gótico del que nunca tendría que haber salido. Una auténtica joya.

Acerca de Christian Leal

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Desde niño me apasioné por el séptimo arte, por ello decidí licenciarme en Comunicación Audiovisual, pero después amplié mis miras también hacía la pequeña pantalla en la que devoro, bebo y me alimento de series y cine. Mi vida podría resumirse en un guión de Aaron Sorkin dirigido por David Fincher o Michael Haneke.

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