En pleno auge del fenómeno John Wick, las productoras se lanzaron a crear películas de acción con protagonistas silenciosos y secuencias coreografiadas imposibles, buscando capturar la adrenalina de escenas trepidantes. Así llegaron propuestas como Atómica y, por supuesto, Nadie, dirigida por Ilya Naishuller, donde un padre aparentemente común tomaba la justicia por sus propias manos. Nadie fue una sorpresa total, un éxito inesperado que catapultó a Bob Odenkirk, tras su papel icónico en Better Call Saul, a convertirse en el nuevo favorito para este tipo de cine. Lo curioso es que, tras cuatro años, ya nadie se refiere a “Saul Goodman repartiendo golpes”, sino a Hutch Mansell, el protagonista indiscutible de la saga, un personaje que ha dejado huella y ha logrado que la audiencia olvide cualquier comparación anterior. Nadie 2 llega con más fuerza que su predecesora, más directa y sin miedo a repetir fórmulas, logrando que cada situación familiar resulte perfectamente efectiva.
La historia arranca cuatro años después de los eventos de la primera película. Hutch no dejó ni rastro de la mafia rusa en Estados Unidos, y ahora realiza trabajos para saldar la deuda que tiene con El barbero, la persona que lo ayudó en el pasado y cuya organización exige una compensación. Pero, como cualquiera, Hutch necesita un respiro, así que planea unas vacaciones familiares. Lo que debería ser un merecido descanso se transforma en una odisea cuando debe volver a proteger a su familia, esta vez enfrentándose a una mafia que controla un parque de verano, en una batalla tan inesperada como intensa. Nadie 2 no pierde el tiempo en introducciones ni tramas secundarias; va directo al meollo, sumergiendo al espectador en la acción desde el primer minuto. Mantiene similitudes con la película original en su inicio y desenlace, con planos que generan una sensación de familiaridad para quienes ya conocen el universo de Hutch. A partir de ahí, todo es pura supervivencia y acción desenfrenada.
La cinta no se anda con rodeos: la acción es inmediata y mucho más violenta que antes. La intensidad alcanza niveles de locura, con peleas, puñaladas, disparos y hasta golpes con anclas de barco, todo presentado de forma tan espectacular y divertida que resulta imposible apartar la mirada. El clímax es una auténtica explosión de adrenalina, con una secuencia en una fábrica que empieza fuera de plano y termina en el centro de la tormenta, regalada con momentos únicos. La dirección de Timo Tjahjanto, responsable de la impactante The Night Comes for Us, brilla por su capacidad de mantener a la cámara en el mejor lugar para no perder detalle. Bob Odenkirk demuestra una vez más que puede dominar cualquier género, alejándose de los papeles que lo hicieron famoso y consolidándose como un héroe de acción. Connie Nielsen aporta aún más energía, involucrándose en las escenas más intensas. Christopher Lloyd regresa con un personaje divertido que roba todas las escenas, y Sharon Stone, como villana, ofrece una actuación desatada y memorable.
Nadie 2 es una avalancha de acción sin concesiones, que atrapa al público desde el primer instante y no lo suelta hasta el final. Lleva todo lo que hizo especial a la primera entrega a nuevas alturas: más violencia, más ritmo y una energía imparable. Hutch Mansell, ya plenamente dueño de su identidad, enfrenta retos inéditos en un escenario que debería haber sido tranquilo, demostrando que ni siquiera unas vacaciones pueden frenar su instinto demoledor. En resumen, Nadie 2 es adrenalina pura, perfecta para quienes buscan entretenimiento y golpes sin descanso. Una secuela contundente que deja claro que Hutch y compañía tienen mucho más por ofrecer y que su historia apenas comienza.


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