Tal vez porque siempre esperamos la excelencia cuando leemos en los créditos los nombres de Ed Brubaker y Sean Phillips haciendo tándem, la experiencia de Las casas de los impíos nos ha dejado bastante fríos. Igual si los nombres hubieran sido otros estaríamos más entusiasmados, pero lo cierto es que el último trabajo de la pareja que creara obras como Fatale o Criminal queda como un trabajo menor. Que siendo ellos no es poco… pero tampoco mucho. Edita Norma Editorial.
«Lo único seguro es que tu vida está en riesgo«
La premisa de Las casas de los impíos es interesante, presentándonos a un agente del FBI especializado en crímenes de sectas y una mujer con un pasado vinculado a la histeria colectiva por lo satánico en los años 80 tienen que colaborar para dar caza a un asesino en serie. Y es más interesante todo lo que rodea a Natalie, la superviviente del caso de histeria. En torno a su historia Brubaker y Phillips establecen una tesis sobre la fragilidad de la verdad y la fuerza de los relatos y en cómo estos transforman o dirigen la verdad.
Tiene también atractivo la forma en la que el pasado de Natalie no solo forja al personaje adulto, sino cómo influye esto en la propia trama y la búsqueda de ese asesino en serie encaprichado con las sectas de corte más oscuro. Nada más arrancar el volumen vemos a Natalie «secuestrando» a otra joven. Como carta de presentación para un personaje pocas opciones se nos ocurren más impactantes.
Entonces, ¿dónde está el problema? En que ninguno de estos elementos tiene la fuerza suficiente para llevar el peso de la historia. A medida que van entrando en contacto unos con otros se van diluyendo en un desarrollo extremadamente arquetípico. La novedad pronto se convierte en costumbre y nada de lo que vemos o leemos posee la ambición de sorprender. Sobre todo porque aspectos como esa lectura sobre lo voluble de la verdad, que bien podrían dar para ser el tema central de una obra completa, se descubren como irrelevantes para la obra que sí usa el tema.
Brubaker y Phillips plantean cosas aquí y allá que luego no tienen mayor recorrido. Descartan ideas a medida que avanza la persecución del asesino… y esta tampoco queda resuelta de forma satisfactoria. Siendo una pareja con la suficiente libertad como para plantear las historias como les apetezca (en formato y duración), la sensación que transmiten es la de haberse quedado sin tiempo y rematan el conflicto como pueden. Peor aún, enredan tanto un rácano conflicto (el cómic es un catálogo de lugares comunes del thriller policial) que se quedan sin armas para solventarlo de forma convincente.
Imaginad que entráis a ver Se7en y salís habiendo visto Asesinato en 8 milímetros. Ese es el resumen de Las casas de los impíos.

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