¡La reina ya está aquí! En el tomo once de la biblioteca que Panini Cómics está dedicando a las aventuras clásicas de Conan el Bárbaro, Roy Thomas y John Buscema dan la bienvenida a la pirata Bêlit e inician uno de los ciclos más celebrados de la larga trayectoria del guerrero cimmerio.
«¡Me alegro de que haya muerto él… y no tú, bárbaro mío!»
No en vano, en estas páginas vemos nacer uno de esos pasionales amores que hacen época y nunca se olvidan. Tanto por el fuego que exuda su relación, como por lo trágico de su desenlace. Tal es la impronta de Bêlit en Conan -como todo primer amor- que pasarán los años, las colecciones y los autores, y su imagen siempre es evocada. En este volumen arranca, pues, una de las etapas más icónicas de la historia de Conan el Bárbaro (y la favorita de quien os escribe). Punto ideal para acercaros a la colección si aún no lo habíais hecho.
Uno de los grandes atractivos que siempre ha tenido Conan respecto a otro tipo de personajes de ficción -más en estos años bajo el amparo de Marvel Comics respecto a sus compañeros de editorial- es que sus arcos y aventuras suelen estar muy delimitados, en el sentido de que no existe una gran deuda de continuidad entre los diferentes relatos. En el corto plazo cada arco tiende a funcionar como un relato independiente, lo que los hace más o menos intercambiables (no habría un orden estricto para leerlos), pero puede percibirse una falta de desarrollo del personaje, que se perfila con más detalle con la perspectiva del largo plazo.
Esto a grandes rasgos, porque como ya hemos visto en nuestras incursiones anteriores en la colección al respecto de las apariciones de Red Sonja, sí que hay hilos que dan coherencia y seguimiento al viaje de Conan. Pero el caso es que con la inspiración que dio a los autores el relato original de Robert E. Howard La reina de la Costa Negra, vemos por primera vez al cimmerio acometer una larga saga a lo largo de varias aventuras en una estructura más cercana a la novela río o a los estándares de otras colecciones Marvel de la época, a los arcos autónomos que venían siendo habituales en Conan.
Es más, aunque el primer número incluido en este volumen sigue lo narrado en el último del tomo anterior, Buscema y Thomas usan dos páginas a modo de flashback para poner en situación al cimmerio respecto a lectores y un desventurado aliado al que conoce en estas páginas. No hace falta nada más para meternos de lleno en la aventura. A partir de ahí acompañamos a Conan en un travesía pirata acompañando a Bêlit bordeando las costas de un continente que emularía las tierras africanas. Allí descubrimos los orígenes de la reina a la que sus subordinados consideran una diosa y descubrimos como se las gastan algunas de las sociedades de la región y las leyendas y mitos que nutren sus creencias.
El cambio de escenario sienta bien al cimmerio, que encuentra en Bêlit a una igual con la que compartir lecho y aventuras. Poco más sin entrar en spoilers, pues esta primera historia compartida sirve sobre todo para presentar y consolidar a la reina pirata, así como para integrar al bárbaro en un mundo totalmente ajeno para un norteño.

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