Nos reencontramos con Conan (y con Red Sonja) en un nuevo volumen de la recopilación de la clásica Conan el Bárbaro que está llevando a cabo Panini Cómics en su «biblioteca Conan»; iniciativa similar a la que están protagonizando los héroes marvelitas desde el mismo arranque de sus aventuras en los ya lejanos años 60. Aquí avanzamos un poco más en el tiempo (pero no mucho), hasta situarnos a mediados de la década siguiten, con Roy Thomas y John Buscema asentados ya como los grandes referentes de Conan en los cómics.
«¡D-déjalo! Tengo una esposa y dos amantes a las que alimentar»
Como podemos adivinar gracias a la portada del tomo (octavo de la colección), el punto de mayor interés radica en la nueva aventura compartida entre el cimmerio y la diablesa de la espada. Una aventura que, además, presenta la imagen más icónica de la heroína con su erótico y nada funcional bikini metálico. Sobre este repara Roy Thomas en el epílogo del volumen, señalando su origen (obra de nuestro Esteban Maroto) y explicando el porqué de su uso. Así, quien quiera que siga las andanzas de Red Sonja tiene en este cómic una parada obligatoria para conocer la trayectoria del personaje.
Y al respecto, cabe destacar la inclusión de parte del primer número de la revista The Savage Sword of Conan, pues en sus páginas arrancaba la aventura compartida entre Conan y Sonja que desembocaría en Torre de sangre. Es una lástima, sin embargo, que faltase otra parte importante de aquella revista, un relato corto llamado Red Sonja que narraba qué había sido de la diablesa entre su anterior cruce con el bárbaro (en Biblioteca Conan el Bárbaro #5) y el argumento que aquí nos ocupa. ¿El motivo de su ausencia? Presuponemos que es una cuestión de derechos, pues actualmente los derechos sobre Red Sonja los posee Dynamite en EEUU y en España es Planeta Cómic quien publica -de cuando en cuando- la licencia.
No es una pérdida terrible -o sí, según se mire, porque es un material imposible de conseguir en España-, pero a cambio se habría agradecido un artículo de contextualización, como sí que hace Panini con la Biblioteca Marvel, pero que aquí -por lo que sea- la editorial no quiere hacerlo.
Sea como fuere, tenemos un volumen divertido como pocos. Cuatro aventuras completas que pueden leerse de manera autónoma, como solía ser habitual no ya en los cómics de la época, sino concretamente en la serie de Conan. Una de las virtudes de tener un protagonista tan bien definido y un escenario con unos códigos y esquemas tan claros es que puede existir una solución de continuidad entre los diferentes relatos sin que se resienta la historia en términos generales. Conan es un personaje de actitud nómada, que viaja sin rumbo prefijado en busca de oportunidades y aventuras y tan pronto como las encuentra, las aprovecha y sigue su camino. De ahí también que sus encuentros con Sonja resulten tan naturales. Ambos personajes van de un lado para otro y es inevitable que sus caminos se crucen en las más variadas circunstancias.
De los relatos aquí recogidos, quizá ¡La noche de la gárgola! sea el menos redondo, pero aún así está a un nivel estimable. Estas aventuras tienen en común no solo una inclinación por la fantasía oscura, con no pocos ecos lovecraftianos, sino un subtexto (a veces nada escondido) sobre el deseo sexual que, como indica Thomas en su epílogo respecto a La última balada de Laza-Lanti -aunque en ¡El jardín de la muerte y la vida! también se intuye-, supo sortear el código censor de la época. No hay nada como la imaginación para poner en evidencia a quienes intentan dirigir la moral.
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