Con este segundo tomo de las andanzas de Red Sonja escritas por Amy chu e ilustradas por Carlos Gómez nos quedamos a puntito de caramelo del desenlace de esta emocionante etapa (la primera que llega a nuestro país desde tiempos de Panini. Planeta Cómics ha apostado por esta etapa (por delante de la dibujada por Aneke o la escrita por Gail Simone) debido, en gran medida, a la enorme accesibilidad de su lectura para todo tipo de públicos. Al colocar a Sonja en un entorno extraño para ella (los EEUU del s.XXI) la heroína y su público se ven en la misma situación de desconcierto y emoción. Un punto de partida perfecto para la aventura.
La editorial española apuesta por trasladar el recopilatorio norteamericano sin más añadidos que el cambio de rústica a tapa dura y el uso de un papel de peor calidad para reducir costes (y el precio final para el lector), pero el contenido es el mismo: los números #7-11 de la serie en curso y la historia El largo camino que lleva al olvido, de Erik Burnham, que sirve como «prólogo» o complemento a la aventura principal, relatando los hechos que desencadenarían el viaje temporal de Sonja desde la lejana Hyrkania a la actual Nueva York.
El tono que mantiene este segundo volumen respeta mucho el trabajo realizado por Chu en los primeros números de la serie, en los que primaba el sentido de aventura, las escenas de acción y el humor basado en el choque cultural entre Sonja y la sociedad contemporánea. Las reglas siguen siendo las mismas, pero es verdad que algunas de las lecturas apuntadas en el anterior libro (como colocar a las corporaciones como villanas) quedan un tanto desdibujadas. Chu apuesta por un camino sin muchas complicaciones y en el que la Diablesa de la espada pueda hacerse la macarra para entretenimiento de todos.
Para ello le da a Sonja una motocicleta, una chupa de cuero y la deja libre en un viaje por carretera que va desde la Costa Este hasta la ciudad del pecado, Las Vegas. Enormes llanuras, bandas moteras, bares de carretera… la iconografía de las grandes llanuras y el lejano oeste casa muy bien con el espíritu indómito de la guerrera de Hyrcania, que no duda en desenvainar la espada (o en disparar una ballesta) cuando la situación lo precisa. Aunque la morriña por la Era Hiboria la reclame de cuando en cuando, la Diablesa ha sabido adaptarse al contexto del s.XXI con suma facilidad, regalándonos un buen puñado de grandes momentos.
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