Tres tomos recopilatorios. Un total de 16 números es lo que ha durado la etapa de Amy Chu (con la colaboración de Erik Burnham) y Carlos Gómez al frente de las aventuras de Red Sonja. Una etapa más o menos larga (de casi año y medio) para lo que viene siendo habitual ya no solo con la Diablesa de la espada, sino con el grueso de los personajes licenciados por Dynamite Entertainment, que salvo honrosas excepciones ven limitadas sus apariciones a miniseries, crossovers varios o colecciones cortas, de no más de doce entregas.

Al igual que con los tomos anteriores, Planeta Cómic es la editorial encargada de traer las aventuras de la guerrera de Hyrkania a nuestro país, manteniendo el formato en cartoné con el que han abordado las últimas publicaciones del icónico personaje (tanto en las recopilaciones de historias clásicas como en sus apariciones más recientes). Acompañando los números de la edición original con una selección de portadas e ilustraciones de dibujantes como Ben Caldwell, Mike McKone o Tom Mandrake entre otros.

«Una jarra o dos lo mejorarán todo. ¡Tabernero, un hidromiel!«

La historia de este tercer y último tomo sigue el camino previsto, llevando a Red Sonja de nuevo a su época para enfrentarse y vencer, de una vez por todas, al brujo Kulan Gath (quien, paradojas del mercado editorial, se las está haciendo pasar canutas a los Salvajes Vengadores con Conan a la cabeza en una de las apuestas más recientes de Marvel Comics) y sus secuaces. Pero antes la Diablesa ha de sobrevivir a la experiencia del Arallu junto a sus compañeros de viaje.

Dejamos, pues, la Nueva York actual y todo rastro de modernidad para meternos de lleno en los conceptos de la fantasía heroica en fondo y forma. Magia negra, dragones, peleas a muerte con grandes espadas… Red Sonja vuelve a estar en su salsa y lo disfruta como nunca a pesar de todas las adversidades. La guionista realiza un trabajo conservador, pero muy eficaz, que cumple con los estándares de la heroína y sus aventuras, completando una breve, pero divertida saga capaz de atrapar a sus más fieles seguidores e interesar a los neófitos.

Quizás en su conjunto estemos ante una obra que ha ido de más a menos. En su primer volumen, gracias a lo «exótico» del entorno, Chu veía ante sí un montón de posibilidades que explorar. Pero los caminos que ha ido eligiendo desde entonces han ido estrechando los márgenes hasta llevar a Red Sonja por caminos excesivamente reconocibles y poco arriesgados dejando aquellas primeras y emocionantes opciones en una simple anécdota. Aún así, el balance es positivo y si ha servido para atraer a nuevos lectores ya es toda una victoria para un personaje al que en los últimos años le ha costado arraigar entre la oferta comiquera en España.