Ryan North (en compañía de Carlos Gómez) plantea un par de aventuras para Los 4 Fantásticos que vienen a devolver algunas cosas a su sitio y reivindicar algunas dinámicas que hacía tiempo que no veíamos exploradas y que, recuperadas, tomamos consciencia de que echábamos mucho de menos.
«Otra vez nosotros contra el universo ¿eh, Sue?«
Esta última cuestión se aborda en Los 4 Fantásticos #20, que toma a Ben y Johnny mano a mano en una aventura que perfectamente habría encajado en aquella aventura multiversal que fue Marvel 2 en Uno de Chip Zdarsky y que sirviera de prólogo para el triunfal retorno de la primera familia. Sin más enemigos que su rivalidad y su propio ego, este capítulo nos permite ver al dúo trabajando en un supermercado, compitiendo por ver quién de los dos es mejor cajero.
Lo cierto es que a pesar de lo absurdo y anodino de la premisa, la historia funciona fantásticamente bien en base a la comedia, porque aunque haya veces en las que se lleven a matar, no pueden vivir el uno sin el otro. Y esto es algo que Ryan North sabe bien y explota a conciencia.
Y yendo hacia atrás, a Los 4 Fantásticos #19, aquí North y Gómez, además de jugar con los códigos del noir en una intrigante aventura que reivindica el papel de Alicia, se proponen deshacer el entuerto generado por Dan Slott en torno al hijo mayor de Susan y Reed. En la anterior etapa de la serie, coincidiendo con el cénit mutante gracias a Krakoa, Slott decidió que los relatos pasados y «futuros» de Franklin dejarían de tener validez: nunca había sido mutante y sus poderes iban a desaparecer para siempre más pronto que tarde. En una carrera plagada de decisiones polémicas y arriesgadas, esta se llevaba la palma porque reconfiguraba no solo muchas de las cosas que sabíamos de los imaginautas, sino del mismo futuro del universo Marvel, pues siempre se había dicho (ahí está Historia del universo Marvel) que Franklin sería el único, junto a Galactus, en vislumbrar el fin de nuestro universo y el nacimiento del próximo.
Con truco, porque estas decisiones siempre se toman con un truco bajo la manga, North «arregla» el desbarajuste y pone las cosas en su sitio. Si en su momento la involución de Muerte hubo a quienes nos decepcionó, la vuelta a los orígenes del joven Richards nos congratula de igual manera. ¿Cómo lo han hecho? De la misma manera que borraron sus poderes: porque sí. Pero a estas alturas ya no nos vamos a quejar. Es uno de los peajes a pagar por series (y personajes) tan longevas y que tienen tan acotados los márgenes de su desarrollo.
En Arizona, lejos del estrés y presión de Nueva York, la primera familia poco a poco se va reencontrando y dando argumentos que señalan que Ryan North nació para escribir esta colección.
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