Park Chan-wook parecía llevar ya dos largos años de silencio. Desde el estreno de La doncella (2016) no habíamos vuelto a verle acreditado como director en ningún proyecto, hasta ahora. En este tiempo el cineasta surcoreano ha estado metido de lleno en la adaptación de la novela de John Le Carré, La chica del tambor, que la plataforma Movistar+ estrena en nuestro país.
Compuesta por seis episodios, La chica del tambor supone la segunda aventura anglosajona del director después de Stoker (2013). Y a pesar de que el formato y el género (estamos ante un thriller clásico de espionaje) puedan resultarle ajenos, sabe llevárselos a su terreno (o eso es lo que promete el visionado del primer capítulo). Aunque sorprende que para esta aventura televisiva no haya contado con Chung Chung-hoon, su director de forotgrafía de confianza (han trabajado juntos en títulos como las citadas Stoker, La doncella o la icónica Old Boy [2003]).
Para situarnos, la acción nos sitúa en la RFA (República Federal Alemana) de finales de la década de los 70 y nos presenta a un comando de la inteligencia israelí que intenta acabar con una célula terrorista que ha atentado contra varios objetivos nacionales por toda Europa. En medio de esta «guerra», sin pretenderlo, se ve involucrada una aspirante a actriz británica. Es importante destacar el contexto político en el que se mueve la historia. Los servicios de inteligencia viven su época dorada gracias a la Guerra Fría y el el conflicto palestino-israelí vivía uno de sus momentos más tensos, con el recuerdo de la masacre de Munich todavía reciente y la primera Guerra del Líbano en el horizonte a unos pocos años.
¿Y por qué es importante? Porque ayuda a explicar la naturaleza de personajes como Shimon (Michael Moshonov), Kurtz (Michael Shannon) o Becker (Alexander Skarsgård), desde sus sentimientos de rabia a la cruda frialdad con la que llevan a cabo su misión. Este contexto no solo embriaga a los personajes, sino al propio tono del relato. Park Chan-wook es un director ya de por sí muy clínico y meticuloso, que se toma su tiempo para desarrollar sus historias. Al enfrentarse a un thriller ambientado en la década de los 70 no puede (ni quiere) evitar adoptar los modos del thriller de espías de aquellos años y la densa atmósfera de tensión y de peligro constante pronto se dejan notar.
Por ello, el contar con un personaje como Charlie (Florence Pugh) ajeno a este mundo, que sirva de ojos para el espectador, resulta tan interesante, pues nos permite vivir la historia a su mismo nivel. La que fuera protagonista de Lady Macbeth (William Oldroyd, 2016) entronca además muy bien con el tipo de personajes que gustan al cineasta surcoreano y le da la posibilidad de ahondar en algunas de sus temáticas predilectas, como es la búsqueda y reconocmiento de la propia identidad. Detalles como el de la cita a la Rosaline de Shakespeare apuntan en dicha dirección.
La chica del tambor, pues, parece cumplir las expectativas generadas a su alrededor y apunta buenas maneras con un primer capítulo que describe bien el contexto y presenta a sus principales protagonistas, dejándolos justo en el punto en el que empieza la partida de verdad. Es previsible que Charlie lleve un recorrido hacia una áspera maduración, descubriendo mundos que no imaginaba, y tipos como Becker o Kurtz reafirmen y profundicen en sus sombras.
Imágenes de la serie: Jonathan Olley/AMC/Ink Factor
Deja un comentario: