«Ahora es un monstruo. Como nosotros«

 

En abril de este año escribí mi última reseña sobre las aventuras de Hulk y Charlie. El gigante iracundo estaba a punto de llegar a Las Vegas para su confrontamiento definitivo con la Primogénita y nos sumergíamos en un par de entregas de Historia para comprender de dónde venían los personajes. Cuatro números después (lo cual es engañoso, porque los dos últimos han venido muy cargaditos) ya podemos decir que hemos disfrutado de la batalla que se nos prometió y que, por fin, tenemos de nuevo a la pareja en la carretera, aunque los cambios que ha habido en el entreacto han sido tales que la relación (y nuestro disfrute) va a experimentar una evolución inesperada y muy interesante. Poneos el cinturón, porque el viaje de esta colección de Panini ha sido de lo más movidito en los meses en los que nos faltó acá por la redacción.

 

Y es que nada más llegar a la ciudad del pecado a Hulk, y a Banner, se les presenta una elección terrible: La libertad del goliat esmeralda por la vida de la joven Charlie. No es que Hulk sea el más hábil negociador, pero está claro que la pregunta no va destinada a esa mitad de la ecuación. El débil de Bruce, como no podía ser de otra forma, cederá y esto precipita la serie de cambios en el tono de la serie de los que os hablaba más arriba. Porque una vez cumplido el trato y esclavizado Hulk, todo parece quedar en manos de la Primogénita, pero algo, una cosa de la que parece ser medio consciente el científico (¿firmó el contrato a sabiendas?) le va a impedir a la villana acceder a la carne de su víctima, aunque para entonces ya habrá resucitado la carne de Charlie y ésta ya habrá puesto pies en polvorosa… para salvar a su amigo.

 

«Espero que corras más que tu destino durante mucho tiempo«

 

El tema es que en la desesperada huida de Charlie, ésta se encuentra con la piel de Lycana, la hija de la Primogénita y, al esconderse bajo ella, adquiere los poderes de la secta que adora a este ser como su dios, convirtiéndose entonces en un monstruo capaz de hablar de tú a tú al protagonista de esta cabecera. La trama a partir de aquí es sencilla y no hace ni falta que os la comente. lo relevante ya ha ocurrido. El viaje de Hulk deja de ser simplemente el de un monstruo acompañado por una cría a la que ha de proteger de cuando en cuando para convertirse en una road movie de dos monstruos super-poderosos por la carretera. Y esto, como no podía ser de otra forma, va a cambiar la dinámica del relato.

 

 

Pasamos de un Lobo Solitario y su Cachorro a un viaje de maestro y aprendiz de monstruo en el que ni el primero sabe enseñar ni la segunda parece demasiado interesada en aprender. El papel de Bruce Banner, según nos cuenta del propio Phillip Kennedy Johnson, comenzará a ser más y más relevante a partir de ahora y, a tenor de lo que leemos en el estupendo especial en que Panini ha convertido al El Increíble Hulk #20 (#150), más personajes del universo de este permanentemente enfadado antihéroe van a ir apareciendo en escena con el fin de ayudarle a sanar su relación con su parte humana.

 

Pensé, cuando llegó el primer número de este El Increíble Hulk, que estábamos ante una saga de transición, corta y sin muchas aspiraciones. Pero el tiempo me ha convencido de que Johnson sabe muy bien lo que se hace. Ardo en deseos de ver hacia dónde nos lleva a partir de ahora.