«¡Pero lo único que sabes hacer es romper cosas!«
Cuando terminó la etapa de Al Ewing al frente de esta colección la pregunta que nos rondó a muchos fue ‘¿Cómo estar a la altura de una historia tan sorprendente y rica?‘, Donny Cates lo trató de llevar a un terreno espectacular, pero muy raro e inconstante (hasta su salida sin fecha de retorno) y claramente no funcionó, pero Phillip Kennedy Johnson ha sabido exactamente qué es lo que hacía falta tras el terrorífico Hulk de Ewing: un Hulk aún más siniestro, desagradable y horroroso. Primeo porque al hacerlo así, el guionista ha simplificado las cosas, llevándonos por el camino del monstruo sin apenas dobleces y con una clara apuesta por el horror más arraigado en las mentes de los lectores de cómics norteamericanos, con referentes tan claros como Bernie Wrightson o aquellas historias que os comentaba de Abe Sapien. Y segundo, e igual de importante, porque esta etapa nos va a abrir las puertas a un buen puñado de opciones distintas, con lo que se convierte en una historia mucho más generosa con quienes lleguen después a recoger el testigo.
Dejamos al protagonista de esta serie hace unos meses bien fastidiado. Con una amarga victoria sobre Charlotte Congelada que le habría costado la vida a la pobre Charlie, cuya alma se encuentra desde entonces encerrada en uno de los muñecos que aquel monstruo de Nueva Órleans fabricaba con sus víctimas. Dejamos, por tanto, a Hulk en busca de ayuda y ahora nos lo encontramos a las puertas de la Academia Extraño, buscando apoyo en lo sobrenatural para poder hacer frente a la maldición que le ha robado a la única luz que parecía quedar en su vida. Pero Stephen no está (me temo que está cazando vampiros) así que le toca a un ligeramente sobrepasado Doctor Vudú hacer frente a la mole musculosa y verde.
«¿Venís al árbol de las almas voluntariamente?«
Lo que viene a continuación es una excusa para que Nic Klein se exija el cien por cien a sí mismo (¡vaya locura de ilustraciones!) y para que el guionista pueda finalmente enfrentar a Banner contra Hulk en un duelo de echarse mierda a la cara el uno al otro. Hay auténtico odio y resentimiento ahí, pero no parece que Johnson sea el destinado a arreglar las cosas entre el científico y el guerrero, sino más bien es él el encargado de sacarle punta y mostrarnos hasta dónde puede llegar la animadversión entre ambas caras de una misma moneda.
Mientras tanto, los lectores tenemos una historia y unas ilustraciones para flipar. La actual etapa del Increíble Hulk está siendo una auténtica locura que ha logrado librarse hasta de los cruces con otras colecciones (lo de Caza Sangrienta será cosa de un único número y estaréis conmigo en que le pega muchísimo a la trama de esta colección) para poder desarrollar sin prisa, pero sin pausa, su propia historia y su propia alma. Se ha ganado mis respetos una etapa por la que no di demasiado crédito y que ha terminado convirtiéndose en uno de los must de las novedades de Panini de cada mes.
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