«Dejémoslo para cuando salvemos a todos«
Hay muchas cosas del mundo actual que me cuesta procesar y entender. Es decir, sabemos que nos estamos cargando el planeta sin necesidad de ponerle nombres al proceso; sabemos qué está bien y qué está mal en política, cultura y religión sin necesidad de que tal o cual colectivo nos lo recuerden; sabemos que cuando hacemos algo malo el universo se encarga de devolvérnosla con el doble de fuera… Y, sin embargo, lanzamos basura sin consideración, nos empeñamos en seguir a líderes que sabemos que son unos ineptos y tratamos de quedar por encima del prójimo tantas veces como sea posible, no vaya a ser que se olvide de quién manda aquí. Sin ir más lejos esta misma semana he sido testigo de como una empresa decidía poner en la calle a una trabajadora con décadas de antigüedad, pero aún lejos de la jubilación, confirmándome hasta qué punto muchas veces no somos más que números en un libro de cuentas, sin importar lo que la experiencia, la profesionalidad o la capacidad de sacrificio puedan jugar en la suma.
Digo todo esto porque me parece que Jed MacKay ha comenzado a triunfar en Marvel por méritos propios (su serie del Caballero Luna me parece de lo mejor que se ha escrito sobre el personaje), pero ante esta aparición de una gallina que pone huevos de oro, la Casa de las Ideas no ha sabido hacer otra cosa que explotarle al máximo, poniéndole al frente de toda nueva serie que se precie y consiguiendo por el camino que alguna de ellas (¿recordáis mi reciente reseña sobre su etapa al frente de los Vengadores?) se resienta a base de bien. Por suerte este guionista está en un momento dulce de su carrera y el balance entre éxitos y fracasos está a su favor, pero corremos serio riesgo de quemarlo. Y me doy cuenta de esto cuando leo esta Caza Sangrienta, con los mismos personajes que sus Vengadores (más unas cuantas simpáticas adiciones) y veo lo bien que lo sabe hacer este autor con un plantel tan amplio de personajes.
«Muerte no hace nada a medias«
Porque Caza Sangrienta es todo lo que uno espera de un evento marvelita. Es espectacular, parece que se va a levar el mundo por delante, tiene derivadas interesantes y, sobre todo, es divertidísimo de leer, tanto en su versión para todos los públicos como en la ‘red band’ que la editorial norteamericana se ha sacado de la chistera. MacKay bebe con sed de las fuentes que suponen los eventos que disfrutamos a principios del presente siglo, pero es que eso es a lo que aspira a ser: un primer gran evento para una nueva generación de lectores que se han criado en un mundo plagado de películas y series con el sello de la Casa de las Ideas y que ahora se lanzan con avidez hacia los cómics en busca de emociones nuevas y de historias que un día querrán ver trasladadas a la gran pantalla (o a lo que exista en su lugar dentro de un par de décadas).
Los héroes tienen cada uno su gran momento, los villanos tienen sus giros de rigor (¿en serio alguno se había creído que Blade se había vuelto malo sin más?), el dibujo de Pepe Larraz es la bomba y la historia, además de alimentar a un buen puñado de colecciones para que tengan capítulos relacionados con el evento, nos dejará con varios temas que tratar a posteriori para algunos de sus personajes (como el pobre de Miles o los dos doctores involucrados en la trama). Si Marvel pensaba volver a la época de los grandes crossovers, éste ha sido, sin duda alguna, el vehículo perfecto para lanzarse a por esta nueva era.
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