Night Flowers

Javier Giner: «El cine que me emociona es el que tiene alma»

Cuentista, así le gusta autodenominarse. Y ya sea leyendo alguno de sus escritos o visionando Night Flowers, su primer cortometraje –¿o mediometraje? pues ronda los 30 minutos– no se me ocurre un término más acertado para definir a Javier Giner. Night Flowers no cuenta la historia de una travesti que ha de recorrer la ciudad de NY en plena noche en busca de unas tetas que ha extraviado. Es mucho más. A cada paso de tacón que da Lula, nosotros lo damos con ella; cada vez que se adecenta el maquillaje, nosotros también lo hacemos; cada vez que se enfrenta a sus miedos, nosotros nos enfrentamos a los nuestros. Y todo gracias a la honestidad, la pasión y la inconsciencia de su director, igual que hace once años, aunque niegue tener el valor (la inconsciente arrogancia) de aquel entonces. Reencontrarse y mostrarlo al mundo tras once años dicen lo contrario. Sí, Night Flowers me ha gustado. Me ha emocionado. Y me enorgullece decir que me identifico con Lula. Y también estoy buscando mis tetas.

 

Cierto. Hablar es muy sencillo. Por ello os invito a vivir Night Flowers. Y si os cala lo suficiente, os invito a leer la charla que mantuve con Giner.

 

 

Pregunta: ¿Cómo ves la acogida que está teniendo el corto?

Respuesta: Estoy viviendo la acogida de corto casi como una película de ciencia ficción. Yo no me lo creo. No estoy sorprendido, estoy absolutamente anonadado. Facebook lo tengo petado de mensajes supercariñosos, me llaman por teléfono… estoy flipando. Pero todavía estoy flipando más con ver como la gente trasciende el hecho de que sea un corto con dos travestis como protagonistas. Es muy sencillo identificarse con Tom Cruise en Top Gun porque tiene una dentadura perfecta y nunca le cagan las palomas. Lo que yo estoy intentando es que te identifiques con una travesti que tiene unas aspiraciones que desde el comienzo sabes que son imposibles porque aunque se ponga las tetas nunca va a ser Ava Gadner, pero que sin embargo, hagas tuya su búsqueda. Y eso es lo que realmente más sorprendido me tiene porque la gente se ve reflejada en Lula. Y te estoy hablando de amas de casa, personas heterosexuales, de toda condición. Y eso para mí es importantísimo y eso probablemente es la mayor alegría que yo me llevo del cortometraje.

 

Javier GinerP: Once años se dice pronto ¿no?

R: Mogollón. Pero es una sensación muy extraña porque soy muy consciente de que han pasado once años y sin embargo es como si el tiempo del cortometraje fuese distinto al tiempo de la vida. He ido dando pequeños pasitos que me han llevado a este momento y realmente hoy pienso que es el momento adecuado y que ha salido cuando tenía que salir. Pero sí, es un huevo de tiempo, vamos. Es que vamos, ni Víctor Erice.

 

El siguiente no va a ser así. Lo que pasa es que en su momento no existía todo el mundo digital, se rodó en 35mm con todos lo que conlleva en postproducción y logística. Yo vivía en Los Ángeles, justo en ese momento me llamaron de El Deseo para trabajar en Hable con ella, me pilló en esa especie de impasse en que yo me movía a Madrid… ha sido algo que he tenido en la cabeza durante once años, no de manera obsesiva pero que siempre ha sido una pequeña espinita clavada. Creo que tiene mucho que ver con el hecho de que ahora en otoño ruedo uno y claro el empezar a preproducir el nuevo sin haber terminado el anterior era extraño para mí.

 

P: Y durante el tiempo en que estuviste en El Deseo, metido de lleno en el cine, ¿no hubo algún intento de terminarlo?

R: Realmente no, no hubo ningún momento. Fue hace unos meses cuando de repente, literalmente, me despierto un domingo a las 10 de la mañana y digo: “Lo tengo que terminar”. Y lo termino. Ya todos los procesos que me levaron a ese domingo levantarme y decir lo tengo que terminar no sé cuáles son. Ni tampoco los he intentado reflexionar. Pero vamos, fue un impulso. Y es que además lo recuerdo perfectamente. Fue un domingo a las 10 de la mañana.

 

P: ¿Y cómo ha sido enfrentarte de nuevo al proyecto?

R: Emocionalmente fue difícil. Es un cortometraje que has rodado hace once años, tú no eres la misma persona. Probablemente hoy en día no rodaría este cortometraje. En el nuevo no hay ni putas, ni travestis, ni hay drogas… Es decir, puede compartir lejanamente ciertos rasgos pero no tiene nada que ver. Igual que yo como persona o como director no soy la persona que creó Night Flowers. Sin embargo, sorprendentemente los temas de los que trata son completamente yo. Y son completamente yo hace once años y siguen siéndolo ahora. Para mí Night Flowers no es un corto sobre travestis y tetas, aunque la sinopsis sea esa, para mí es un corto acerca de la importancia de la amistad, de la importancia de tener ilusiones para poder sobrevivir, la importancia de la valentía de enfrentarte a tus miedos, de perseguir unos sueños. Y todos esos elementos siguen siendo vitales en mi vida. Hoy en día trataría esos temas de diferente manera, pero seguiría tratándolos. Para mí tienen la misma importancia. Y bueno, hay secuencias que me espantan, pero no las puedo eliminar porque si no, no tendría ningún sentido la historia. Hay otras secuencias de las que me siento muy orgulloso, hay planos que me parecen preciosos.

 

P: ¿Cómo te ves después de tanto tiempo?

R: En general me he encontrado con un chaval que hacía cine guerrilla y que tenía un instinto incluso suicida que me ha gustado verlo. Esa arrogancia que te da la inconsciencia de no saber realmente en donde te estás metiendo creo que es algo muy bonito que tiene el cortometraje y de lo que yo me siento muy orgulloso. En la presentación de Night Flowers decía que cuando haces un corto de fin de carrera o preparas tu primer corto ocurren siempre en sitios que son sospechosamente parecidos a la cocina de tu madre. O son entre dos personajes en una habitación o son de género. Te intentas anclar en sitios que te den seguridad y sin embargo yo he visto un chaval de 23 años que se lanzaba a rodar un corto acerca de una travesti perdida por la noche en una ciudad buscando dos tetas de plástico con todos esos elementos tan estrambóticos; y además intentando darles sentido, que tuviesen coherencia y que emocionasen. Esa arrogancia, no tendría el valor de hacerlo hoy en día. Y eso creo que es la inconsciencia de la edad. Y es algo de lo que me siento muy orgulloso.

 

P: Esa valentía, ese espíritu, ¿no crees que es lo que hace que los directores consigan realmente obras que lleguen a la gente?

R: Más que la valentía lo que conecta es la honestidad. Cuando eres sincero en lo que cuentas, cuando muestras los sentimientos tal y como tú los sientes, cuando te desnudas de alguna manera –aunque sea detrás del personaje y ficciones–, hay algo de esa pureza que es lo que conecta. Creo que tiene que ver más con eso, con que la ilusión que se puso en el momento en que se rodó Night Flowers, es la que se ve. Y la sinceridad con la que se rodó es la que está ahí. Espero no perderlo. Sería una locura perder eso. El nuevo cortometraje es muy arriesgado pero en aspectos diferentes a Night Flowers y lo que sí comparte es eso. Por un lado el riesgo y por otro que lo intentaré contar de la mejor manera posible y con la mayor honestidad posible.

 

Night Flowers

 

P: Con la valentía no me refería tanto a tratar unos temas sino a eso, a ser fiel a lo que uno siente.

R: Es que no lo sé hacer de otra manera porque no tendría sentido. El cine que me gusta, el cine que me emociona, por el que mato por así decirlo, es el cine que tiene alma y yo creo que ese alma se consigue abriéndote en canal y mostrando realmente si tapujos y sin pudor lo que quieres contar. Night Flowers es un corto muy arriesgado, muy estrambótico pero está rodado con muchísima sencillez, de una manera muy directa. Está bastante alejado del artificio. Esa es la sinceridad de decir “estoy contando esta historia”, “esto es lo que quiero contar”, “así es como me siento”, y eso es importante; poner tu grano de alma en lo que haces es lo que conecta con el espectador. Toda historia tiene importancia siempre que cuente algo y que con ello estés comunicando. Para que los demás se abran es necesario que te abras tú primero. No entiendo el cine de otra manera.

 

P: Cuando veo el final la sensación con la que me quedo es la de dejar de imaginar y lucha, actúa, sigue adelante pase lo que pase.

R: Pues mira, he recibido todo tipo de reacciones al final. Algunas personas piensan que es un final muy triste, hay personas que piensan que es un final muy optimista. Yo tengo mi propia teoría. Yo sé cuál es ese final y yo sé lo que quería decir con ese final. Pero no te lo voy a decir (risas). ¿Porque sabes qué? Porque la magia del cine y la magia de una historia es que ese sea tu final. Y cualquier final que sea es válido. Porque esa película es tuya. Entonces, lo que yo te vaya a decir de lo que quise hacer no tiene ningún tipo de validez.

 

P: También podría condicionar al público que lo vaya a ver.

R: Dentro de lo que es el arco narrativo de la historia el final está ahí por una razón y para mí tiene un mensaje muy claro. Es mi mensaje, pero mi mensaje no es mejor que el tuyo. En el momento en que tú visionas el corto, el corto se convierte en tu corto. Bienvenido sea. Y cuantas más lecturas mejor todavía. Es mi niño pero ya está crecido y ha salido al mundo. Ahora le toca defenderse a él.

 

P: De lo que no hay duda es de que es un final coherente, lógico con la historia. No logro imaginarme otro distinto

R: Sí, completamente. Yo no me imagino otro final posible. Una de las cosas que eran muy conscientes en la escritura del guión era que desde el comienzo el espectador sabe que esta mujer nunca iba a lograr su sueño. Y de hecho durante todo el corto los personajes que ella tiene alrededor –excepto la gitana, que es un personaje casi onírico– intentan convencerla de que está loca. Tiene mucho de quijotesco el personaje de Lula. Tanto Lula como Samanta son dos versiones freak de El Quijote y Sancho Panza. Y algo de eso hay. Es cierto que es el único final coherente con la historia. El final puramente feliz hubiese sido un deus ex machina en toda regla. Sin embargo, a mí no me parece un final dramático. No creo que sea un final pesimista. Todo lo contrario. Y de hecho ese último plano –sin querer sonar arrogante– es un poco ese plano chaplinesco. Ese plano de Noches de Cabiria donde le acaban de destrozar el corazón pero ella de repente va por el camino, aparece una banda de música y empieza a sonreír de nuevo. No es un final puramente feliz, pero sí es un final esperanzador. Y ese último plano tiene mucho de esas dos referencias directas. Tanto Chaplin como Fellini, del personaje tragicómico de Candilejas, de Noches de Cabiria… son personajes e historias que cuando las he visto me han emocionado profundamente.

 

Y también ahí va mucho de mí –ya poniéndonos filosóficos– la vida es un equilibrio entre la alegría y la tristeza. Momentos puros de alegría como tal son bastante patológicos, al igual que la tristeza pura y dura también es bastante patológica. La vida es una mezcla de los dos sabores. Yo quería que el espectador supiese desde el principio que esta mujer nunca iba a conseguir lo que quiere. Sin embargo, el viaje, todas las cosas que ella consigue durante ese viaje es la verdadera aventura.

 

P: Para conseguir lo que quiere tiene que enfrentarse a los obstáculos.

R: Es tal cual. Uno de los grandes temas del corto es la valentía y el lograr el valor. Hay una frase que es literal, la gitana le dice: “Parece ser que te tendrás que enfrentar a lo que estás evitando para lograr lo que quieres”. Esa valentía, ese seguir, reponerse y levantarse y decir “voy a por ello”, es uno de los grandes temas del corto. Y es algo muy humano que nos pasa a todos. Para mí las dos tetas realmente no dejan de ser una metáfora. Cada uno, tú, yo, mi madre… cada uno tenemos nuestro par de tetas que andamos buscando y creo que eso es lo que ha conectado con la gente. Hablar de algo que de manera muy sencilla o muy obvia lo puedes trasladar a tu vida.

 

Night Flowers

 

P: En este sentido creo que es un corto –junto a la carta con la que lo has acompañado– que transmite mucho precisamente por la honestidad de la que hablábamos antes.

R: Claro, tú llegas a mí y me dices: “Ay, has hecho un corto ¿de qué va?” “No, pues de una puta que es travesti que va buscando dos tetas…” Pero claro, el corto es justamente lo opuesto a la imagen que te puede venir de eso. Y eso para mí era muy importante. Trascender el hecho de que el corto iba de eso y buscar lo que está detrás del maquillaje, lo que está detrás de la peluca, lo que está detrás de una teta de plástico. Y en la carta lo que intento un poco también es mostrar eso. Decir va de esto pero no va de esto y va de muchas otras cosas.

 

Por ejemplo, curiosidades, cuando llegué con este corto al director de la escuela, me miró con una cara como diciendo “tú has perdido la cabeza” y entonces empecé a trabajar en el guión y poco a poco me lo fui ganando. Se escribieron como diez versiones del guión y a cada versión iba tomando más cuerpo y al final pues bueno, se lo vendí por así decirlo. Y recuerdo que una de las primeras decisiones conscientes que tomé al enfrentarme al proyecto fue que los dos actores Lula y Samanta, Kyle y Doug, son dos actores heterosexuales. Habría habido una sencillez muy directa en el hecho de coger a tal y tal porque son travestis, pero claro, eso habría matado completamente al personaje. Habría fagocitado la historia. Se hubiese convertido en un corto de travestis. Y yo no quería que fuese así. Yo quería que fuese un corto de actores y que a partir de los actores se construyesen unos personajes. Pero de Lula realmente lo último que me importa es que sea una travesti. Y de Samanta igual. Evidentemente sí fuimos a ver a travestis, hablamos con travestis y tal. En el plano general del aparcamiento hay putas travestis de verdad, pero ellos construyeron los personajes de Lula y de Samanta. No de dos travestis. Y eso para mí era muy importante porque aunque es un corto muy alegre, que tiene mucho de diferente por así decirlo, no quería convertirlo en un canto a favor de Rupaul. No va de eso. No es eso lo que yo quería transmitir.

 

El hecho de que se trascienda lo del travestismo, la pluma, el jolgorio y tal es lo que le da un poco de… era uno de mis mayores miedos. En la presentación por ejemplo, flipé en colores porque se me acercó una chica y un chico; ella se presentó, le había encantado el corto, y el chico –era el novio de ella– me dice: “Me ha encantado, me he emocionado un montón, me he sentido super identificado con Lula…”. Y claro, en ese momento, me quedé mirándolo y la reacción momentánea fue de pensar: “Tú no te das cuenta de lo que estás diciendo. O la tienes engañada a ella o te vas a poner un par de tetas en dos telediarios”. Pero de repente me dije: “Ya está, es esto. Qué guay. Lo he conseguido”. Para mi esta es la mayor alegría que me he llevado con el corto.

 

P: Sí, en el fondo el que Lula sea travesti es lo de menos. La forma no importa tanto como lo que estás contando. Creo que si hubiera sido en otro contexto la historia habría funcionado igual y el mensaje habría sido el mismo.

R: Claro, claro. Pero ese era un riesgo muy grande que yo con toda sinceridad no sabía. Tú te planteas este corto a nivel de proyecto sobre el papel y es una locura. No es que sea arriesgado, es que es suicida. Y es muy ambicioso y tiene una parte de una gran inconciencia de no saber donde te metes. Y eso era un gran riesgo que tenía el corto. Y ahora once años más tarde y viendo la reacción me doy cuenta de que lo hicimos bien (risas). Y la única pega… tengo un par de escenas que me espantan, pero por lo demás ya te digo lo estoy viviendo como una peli de ciencia ficción, es que no me lo creo. No me creo lo que está pasando con este corto.

 

P: Imagino que fue un rodaje duro.

R: No es que fuese duro, fue una absoluta pesadilla. Porque claro, ten en cuenta, estábamos rodando en 35mm, con la logística que conlleva, está hecho por estudiantes… La peluquería por ejemplo está hecha por una prostituta latina que era la vecina de la ayudante de dirección. Éramos todos ultra amateurs. El rodaje fue una pesadilla porque fue muy complicado, fueron diez noches y un amanecer. La mitad del corto está rodado sin permisos porque evidentemente no podíamos pagarlos. Por ejemplo el plano del que yo me siento más orgulloso, el plano general donde se las ve a ellas cruzando la calle de lado a lado, está rodado a las 4 de la mañana en plan kamikaze. Con la cámara puesta en mitad de la calle, como si tú te pones en la Gran Vía a las 4 de la mañana con una cámara y empiezas a rodar y con las travestis pasando a un lado al otro y repitiendo planos… fue rodaje guerrilla absolutamente. Tanto la habitación de Lula como la habitación de la gitana están rodadas en un hotel de yonkis de los bajos fondos de Los Ángeles. Fue un rodaje muy complicado. A ellas tardábamos tres horas en montarlas, ponte aquí, ponte allá… claro tú estás rodando con dos actores que miden 2 metros, que llevan unos taconazos enormes en mitad de la calle, pues imagínate el show también. Fue muy complicado. Yo acabé exhausto. Y luego, curiosidades de la vida por ejemplo, ellos dos, Lula y Samanta, se llevaban muy mal. Muy, muy mal.

 

Night Flowers

 

P: ¿Durante el rodaje o ya de antes?

R: Empezaron en los ensayos ya a llevarse mal. Fue muy curioso porque ya te digo, eran dos actores heterosexuales y según avanzábamos se iban convirtiendo cada vez más en dos travestis. Y las travestis tienen muy mala hostia. Por un lado son lo más, son muy divertidas; pero hay una parte de las travestis que tienen una lengua que pa’ que. Y cada vez se volvían más así. Fue muy curioso verlo. Claro y yo lo dejaba estar. Es muy curioso porque otra de las cosas que me han dicho es lo bonita que es la relación que hay entre ellas, y me hace gracia porque si supiesen lo que había cuando paraba la cámara. Pero vamos, historias así hay en todos los rodajes del mundo. Es como cuando vas a casa por navidad, te meten en tu casa con tu familia durante dos semanas y acabáis todos de los pelos.

 

P: Claro, en la foto todo es muy bonito…

R: … y los rodajes son así. Son 80 personas durante, bueno en el rodaje de una película pueden ser seis meses de tu vida… evidentemente las interacciones personales y humanas son muy complejas.

 

P: Con la acogida que ha tenido Nights Flowers y con el próximo ya a la vista, ¿te planteas el futuro como cineasta? ¿Te ves con ganas?

R: Sí, completamente. A ver, yo he hecho muchas cosas en mi vida y tal pero si hay algo que me encanta es el cine. Es mi pasión. Y desde luego que sí. Ahora en otoño ruedo un corto en el que estará Lola Dueñas y Carmen Machi, después tengo otro corto… yo te digo mi calendario ideal por así decirlo… y después ya atacar al largo. Tengo por ahí historias que están en distintos procesos de escritura. Si yo fuese Lula, mis tetas serían hacer películas.

 

P: Y en cuanto a la distribución, ¿estrenarás también en Internet o ya harás festivales?

R: Depende de cómo me queden (risas), igual si me queda un churro no los veis en vuestra vida. Si quedan como tengo pensado que queden me gustaría hacer festivales y todo el rollo. Sería una distribución distinta. Lo que pasa con éste es que al haber sido rodado hace once años tampoco me veía, o sea, yo no soy la persona que rodó este corto. Hacer todo el circuito de festivales lo veía un poco anacrónico y luego todo el tema digital e Internet y como están cambiando las plataformas de distribución hoy día… me hacía mucha ilusión colgarlo en Internet y que cada cual lo viese cuando quisiera y de la manera que quisiera. Lo que nunca en mi vida habría imaginado es que había 1000 personas en el mundo que lo iban a ver en 48 horas.

 

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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