Manuel Carballo ha querido, con su segunda película, lanzarse a por todas. Sin el apoyo de las televisiones, con actores desconocidos y rodada en inglés, el director se ha embarcado en un género que conoce a la perfección: el terror. La posesión de Emma Evans tiene algunas diferencias respecto a las películas de posesiones a las que estamos acostumbrados, como el tono documental o el uso de la luz como elemeno de terror. Diferencias de las que tratamos en esta entrevista, además de otros aspectos del film y de la figura del diablo y la oscuridad dentro del cine.
Pregunta: ¿Qué tienen las historias sobre exorcismos que nos llaman tanto la atención?
Respuesta: Yo creo que todo lo sobrenatural es atractivo para el espectador. Ver en pantalla todo eso que no ves en la vida cotidiana siempre es atractivo. Y aparte la figura del demonio… dos mil años de historia nos explicarán porque sigue siendo tan fascinante. Me parece que es una figura cultural, teológica, como quieras llamarla, fantástica para a partir de ella crear historias o personajes. Es infinita la lista de relatos que han tenido como personaje, de protagonista o como catalizador, al demonio.
P: Es una figura que nos atrae, pero al mismo tiempo nos produce mucho respeto.
R: Sí, bueno, yo creo que eso es el condicionamiento cultural religioso. Es el causante de todos los males que nos afligen, así que es perfecto para criminalizarlo y echarle la culpa de todo.
P: ¿Y cómo te metiste en una historia como ésta?
R: Me llegó el guión con la idea de hacer una peli de exorcismos con un toque realista y medio documental y bueno, después de leer el guión y pensar sobre ello no me costó mucho. Me pareció un desafío brutal y como me gustan los retos no me costó mucho hacerme al ruedo.
P: Me parece interesante que la posesión se plantea más como una enfermedad, ¿qué aporta esta película al género?
R: Abordamos la historia sobrenatural de una cosa endemoniada, pero desde un punto de vista social, desde un punto de vista familiar. Vamos a ver cómo reacciona ese entorno, ese microcosmos cerrado, endogámico, opresivo y claustrofóbico de la familia Evans a ver qué ocurre. En este caso las escenas son diabólicas, pero podían haber sido de otro tipo, y aplicar una lente de aumento para ver ese microcosmos del que hablaba como reacciona y como se ven casi abocados al derrumbe y a la destrucción. Lo que más me interesaba era el punto de drama familiar que tiene la peli. Y en esa línea de abordar la posesión como si fuera una enfermedad era de fábula, aparte que nos apartaba de los aspectos más trillados de este tipo de películas.
P: La primera parte del film se centra más en esos aspectos que comentas del drama, la segunda entra ya en los juegos del género y al final hay un giro (que no vamos a desvelar), muy interesante porque rompe un poco con lo que uno espera que fuera a pasar ahí.
R: Sí, hay todo un viaje, hay un viaje hacia el género de alguna manera en la peli. La peli arranca en un terreno más propio de Ken Loach, por ejemplo, y de la crítica social, o del retrato social; para ir adentrándose poquito a poco en otros terrenos más delicados. Hay un viaje al género y un viaje al terror que yo creo que se hace de forma gradual y bastante llevadera. Creo que el final es sorprendente, pero no se llega a trompicones de alguna manera. Se llega de forma fluida y cuando sucede el espectador se queda perplejo en el mejor de los casos.
P: Es una película muy clara, con mucha luz. Lo normal es que el terror venga acompañado de la oscuridad y aquí, hasta las escenas de posesiones tienen mucha luz.
R: La escena final sucede a plena luz del día. Era un poco en esta línea de abordar una historia de género, pero desde una posición nueva. Normalmente las pelis de género, sobre todo las de posesiones diabólicas, quizás, participan del claroscuro, de las atmósferas un poquito más sugerentes, más en penumbras, más amenazantes, más afectantes y todo muy simbólico, muy estilizado y aquí fue: «vamos a contar esto desde el otro punto de vista«. Si esto sucediera realmente a la familia Evans no tendría porqué pasar de noche, ni tendría porqué pasar en la penumbra. Vamos a contar esto, pues eso, como un documental; vamos a meternos en la familia Evans y a ver qué ocurre ahí. Y, evidentemente, si las cosas pasan en la oscuridad parece que uno tiene refugio en la luz, pero si pasan a plena luz del día no hay refugio posible, lo que hace más angustiosa la situación.
P: Claro, en las películas que transcurren de noche, ya vamos sugestionados esperando que suceda algo.
R: Es un miedo atávico a la oscuridad. Pero el miedo a la oscuridad se va con la luz, pero si el miedo sucede a plena luz no tienes refugio posible porque la oscuridad te dará más miedo todavía. Creo que eso refuerza bastante la angustia en la peli, el hecho de que lo veas todo y que esté sucediendo a plena luz del día en una casa normal y corriente aumenta el potencial dramático y terrorífico de la peli, sin duda.
P: En cuanto al tema de las posesiones, ¿hubo algún tipo de documentación por tu parte?
R: Sí, nos estuvimos asesorando con un gran experto en exorcismos y posesiones diabólicas y durante la escritura y desarrollo del guión tuvimos en cuenta estas cosas para hacerlo también lo más acerca de la realidad posible.
P: ¿Por qué ambientarla en Reino Unido?
R: Bueno, por un lado la peli nació con una vocación internacional evidente, lo que casi te obliga a rodar en inglés para tener acceso al mercado internacional. Y luego, a nivel dramático, la sociedad británica, con todo lo que implica de convencionalismo social, el peso de la tradición, etc., etc., nos permitía jugar como punto de partida para analizar algo más grande, para utilizar a esa familia como metáfora, casi, de la sociedad del bienestar que también de alguna manera obliga a sus ciudadanos a hacer muchas cosas para sentirse de pleno derecho de alguna manera. Aquí ese rol social lo desempeña la madre que obliga a su hija a hacer algunas cosas con las que no está de acuerdo.
P: No hay actores muy conocidos en el reparto
R: Creo que en esta línea de realismo era fundamental que el espectador se creyera a los personajes también en una historia de este tipo. Si no te crees a los personajes naufragas. Entonces, que sean rostros desconocidos y aparte grandes actores ayuda muchísimo en este sentido. El espectador rápidamente se pone en esta tesitura y se cree todo lo que está pasando en pantalla. Creo que era la mejor opción de alguna manera.
P: Estaba pensando en alguna cara…
R: No, si el espectador intenta situar un rostro conocido del cine español en esos papeles posiblemente no entraría en la película, no entraría por lo menos con la misma facilidad con la que sí que entra si se trata de rostros desconocidos. Es una especie de neorrealismo del siglo XXI (risas). No son actores semiprofesionales, sino que son muy profesionales, pero eran rostros desconocidos. La técnica de rodaje también fue como muy de documental, no había mucha planificación, era todo como un poco «free style«, como me gusta llamarlo a mí, y todo era un poco en la línea de realismo y crudeza y aroma semidocumental que queríamos imprimir a la peli.
P: Sí, hay mucha cámara en mano, mucho zoom y demás
R: Claro, salvo el plano final todo es cámara en mano. Y aparte, la cámara en mano se asocia con el realismo y con el documental, sobre todo con el documental, pero aquí apoyamos esa cámara en mano con un zoom que todavía incide más en esa situación. El zoom es un elemento que se utiliza poco en cine y sobre todo se utiliza muy poco combinado con la cámara en mano y nos daba la sensación de que reforzaba mucho el estilo de la peli y ahondaba más en esa sensación de realismo que creo que hace mucho más terrorífico todos los aspectos horrorosos de la historia.
La película se levantó sin nigún tipo de ayuda ¿no?
R: No, se ha levantado la peli sin la colaboración de ninguna televisión, lo cual evidencia que se pueden levantar pelis, difícilmente, pero se pueden levantar pelis sin televisión lo que pasa que cuesta un poco más. La peli se ha subvencionado sobre todo con las ventas internacionales, pero bueno, es muy difícil levantar una peli sin televisión.
Fotos: LOUISE PIEROSAN / DANIEL LOBATO
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