Aprovechando la entrevista que nos concedió Víctor Clavijo con motivo de la presentación de Silencio en la nieve, decidimos preguntarle por uno de los formatos en los que más se ha dejado ver y por los que siempre ha parecido apostar: el cortometraje. En colaboración del blog VesCine le hicimos un par de preguntas al respecto para conocer de primera mano sus impresiones:

A día de hoy eres uno de los actores que más ha apoyado al cortometraje y has participado en muchos. Desde tu perspectiva, ¿cómo ves el salto del corto al largo?

El salto del cortometraje al largo lo veo cada vez más complicado tal y como está ahora el cine. Muchas veces y es complicado hacer una película por directores que tienen un prestigio o cierto reconocimiento de taquilla y de público y de crítica también. El salto del corto al largo, tal y como se entiende ahora un largo español, con un dinero, con una producción en condiciones… es complicado tal y como está ahora mismo el sistema y por la crisis.

Es un formato que siempre me ha interesado y me gusta poder apoyarlo, pero también tiene su lado arriesgado. Hay muchos cortos, he hecho muchísimos cortos, y otros muchos que no he hecho, porque lógicamente siempre te enfrentas a un director que no conoces, a una sensibilidad que no conoces si no puedes ver un trabajo previo suyo… a veces son historias que sobre el guión están bien pero luego el plus está en el talento del director y cuando terminas de hacerlo y lo ves montado dices «ostias«. Ahí sí veo cosas que en la primera lectura no ví; pero también puede pasar lo contrario, puedes enfrentarte a una historia que te guste y estar en manos de alguien del que no te convence su sensibilidad, su manera de colocar la cámara, su luz, o como trabaja contigo el personaje o lo que sea… siempre es arriesgado.

Desde luego sigo haciendo cortometrajes pero también intento decir no porque en los últimos años he trabajado mucho gracias a Dios, y cuando tenía un hueco libre encima me hacía un cortometraje… llegaba momentos en que decía «para, para«; que por los cortometrajes uno no come y lo hace por amor al arte, pero le pongo tanta energía y tanta implicación como si fuese un proyecto profesional y hay veces que tienes que saber parar y decir: «bueno hasta aquí, necesito descansar y necesito también elegir con cuidado el siguiente cortometraje«. No hacer cualquier cortometraje. Aún así me sigue gustando, es un formato que me gusta y en el que de repente es una ocasión para descubrir grandes talentos. Eduardo Chapero-Jackson se manifestó con los cortometrajes y son maravillosos y otros muchos directores con los que he trabajado también han hecho grandes cortometrajes. Daniel Sánchez Arévalo también se destacó en el mundo de los cortometrajes. Entonces, si tienes la fortuna de dar con un director que haga un cortometraje con ese talento, es un placer.

¿Y nunca se te ha pasado por la cabeza escribir o dirigir alguno?

Es una cosa que en su tiempo me rondó un poco la cabeza pero cada vez tengo más claro que no. Para ser director hay que tener dotes de mando y ser como patrón de barco y yo no sirvo. Me gusta mucho trabajar con los actores y me interesa muchísimo el trabajo de creatividad actoral, la dirección actoral, pero ya el pensar en la planificación de una historia a nivel visual y tal… quizás siento que es un ámbito que no tengo la formación adecuada para hacerlo bien. Aún así sí he escrito cortometrajes y tengo algunos en el cajón, como mucha gente tiene, que alguna vez me he atrevido a enseñárselo a algún productor y otras veces pues los guardo ahí por si en un futuro me animo; tenerlos ahí de reserva.