Fraudes financieros, delincuentes de poca monta, un peligroso y accidentado robo, mucha acción y más comedia es lo que nos ofrece Un golpe de altura, un título que además permite a Eddie Murphy y a su director, Brett Ratner, redimirse de sus últimas y olvidables películas.
En esta, como en todas las cintas que protagoniza, Ben Stiller es un buen hombre que, arrastrado por las circunstancias, se ve metido en mil y un problemas. Esta vez lidera a un grupo de empleados que han sido estafados por un rico millonario que vive en el ático donde trabajan. Así, Stiller y compañía se ven convertidos en una suerte de Robin Hood modernos con el ánimo de hacer justicia en unos tiempos en los que ésta parece haber desaparecido.
Y con este sentimiento tan bienintencionado se desarrolla esta comedia de acción cuyo único objetivo es que el público pase un buen rato. Cierto es que hay situaciones pilladas por los pelos o sacadas de la chistera, pero no suponen ningún impedimento para disfrutar de la diversión. Más aún cuando a pesar de las incoherencias el film sigue siendo muy efectivo y nos regala divertidos momentos.
Un golpe de altura es, pues, un divertimento concebido para desconectar durante hora y media y dejarse llevar.
Por otra parte, juega con gran inteligencia la baza de Eddie Murphy, pues durante el primer acto nos da un par de pinceladas de su personaje, lo justo para despertar nuestro interés en él y luego se convierte en el contrapunto ideal de el siempre recto, idealista e ingenuo Stiller. En este sentido, la película tiene los suficientes elementos para contentar a los fans de Ben Stiller y para resarcir a los de Eddie Murphy.
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