Hace cosa de diez años cayó en mis manos el primer cómic de El Increíble Hulk. Stan Lee, con el dibujo del mítico Jack Kirby, nos presentaba allá por 1962 a una mezcla entre la historia del Dr. Jeckyl y Mr. Hyde y la del monstruo de Frankenstein que, en el marco de la Guerra Fría, cobró bastante relevancia. Con los años el personaje ganó tal importancia que fue uno de los elegidos para formar parte del grupo fundador de Los Vengadores, nacidos para competir con la en aquel entonces exitosa Liga de la Justicia de DC.
Pero el carácter voluble, corto de entendederas y propenso a la violencia del alter ego de Bruce Banner pronto se reveló como un problema (la creación del supergrupo se dio, de hecho, porque Loki controló a Hulk para hacer descarrilar un tren) y la Masa abandonó a sus compañeros para aislarse del resto de la humanidad. Desde entonces hemos podido ver tan pronto a Hulk en comunión con Banner combatiendo a hordas de villanos como al monstruo haciéndose con el control y destruyendo todo a su paso.
Algo así pasó poco antes del evento Marvel conocido como Civil War y que enfrentaría entre sí a prácticamente todos los super-tipos de la Casa de las Ideas. Banner perdió el control sobre Hulk y éste arrasó la ciudad de Las Vegas. Hartos por tener que lidiar cada dos por tres con una fuerza imparable e irracional como esa la plana mayor de los Illuminati (las mentes más preclaras del universo Marvel, es decir, Iron Man, Mr. Fantástico, Dr. Extraño y Rayo Negro) decidió librarse de una vez de Hulk mandándolo al espacio para no volver. Así comenzaría Planet Hulk, una saga en la que nuestro protagonista aterrizó en un planeta llamado Sakaar, fue esclavizado y posteriormente escapó y lideró una rebelión que lo terminó convirtiendo en rey.
Todas estas aventuras lo han hecho madurar. El Hulk que vemos en esta saga ya no es ningún descerebrado. Es un líder, un protector de los suyos y un destructor de mundos. Es una fuerza imparable que vuelve a la Tierra en busca de venganza sobre aquellos que lo exiliaron y que (como descubrimos) le hicieron perder todo lo que una vez amó. Así, World War Hulk no es una historia con diálogos del estilo «¡Hulk aplasta!» y sí una sobre un rey en busca de justicia para él y para los suyos: SU justicia.
El rey de Sakaar vuelve a la Tierra rodeado de formidables compañeros dispuesto no sólo a machacar a sus enemigos, sino a humillarlos y desenmascararlos frente a toda la humanidad. Esto es realmente lo que diferencia al Hulk de WWH del de los años 60. La misión de nuestro furioso héroe no es una que se centre en el aspecto físico, sino que va más allá, al plano del castigo social de los culpables. Hulk actuando como un verdadero monarca con una sabiduría que no nos esperábamos en este gigante: «Salvador. Destructor. Lo único que importa es lo que eliges«, quien lo habría imaginado. Y a la vez, vamos tomando consciencia de lo viles que pueden ser a veces los llamados héroes cuando para lograr su objetivo cierran los ojos ante la injusticia, la reflexión a la que invita WWH a este respecto es de lo más interesante.
Greg Pak, guionista de esta joya, logra que los lectores empaticemos con Hulk como nunca habíamos hecho y que olvidemos casi por completo al insignificante Bruce Banner. Para ello se alía con una leyenda viva como es John Romita Jr. (dibujante de, entre otras mil cosas, Kick-Ass) y juntos nos ofrecen toda una experiencia comiquera que merece la pena conservar.
Panini ha recogido los cinco números que componen esta saga en un único volumen de tapa dura muy manejable (17’5×26’5 cm) dentro de su colección Marvel Deluxe y al precio (nada exagerado) de 21’95 €. Aparte de la historia principal, en el tomo podemos ver lo que viene a continuación:
Un prólogo de Raimon Fonseca que sirve a todo aquél que entre de nuevas en el mundo de Hulk para ponerse rápidamente en situación.
Un estupendo portafolio con las cubiertas norteamericanas que podemos ver insertado entre los capítulos y con mayor extensión al final de la obra. Las ilustraciones corren a cargo del propio John Romita Jr., pero también podemos ver algunas virguerías (como las que ilustran este artículo) dibujadas por David Finch (conocido por su trabajo para Image Comics con Cyberforce y responsable también de los art-works de la película Watchmen)
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