Una joven pareja formada por un oficinista responsable y calzonazos y una mujer sin un objetivo claro en la vida se muda a un pequeño estudio en Nueva York. Pero al poco de estar allí la empresa para la que George (Paul Rudd) trabajaba cierra sus puertas y la última aventura laboral de Linda (Jennifer Aniston) se va al garete. La pareja entonces se ve obligada a hacer las maletas y pedir asilo en Atlanta, en la casa del hermano de George (Ken Marino). Como el tipo en cuestión es un completo anormal a nuestros protagonistas no se les ocurre mejor idea que irse a vivir a una comuna hippie que descubrieron en su viaje desde Nueva York.
Vale, el argumento es absurdo, cuesta creer que una pareja de yuppies pasarían de la noche a la mañana a vivir en mitad del bosque a base de verduras y drogas sin más motivación que la de librarse de un hermano pesado. Pero si uno se mete al cine a ver una película protagonizada por esta pareja lo normal no es esperar un guión a lo Scorsese. El problema radica en que cuando iba al cine a ver Austin Powers o Agárralo como Puedas ya esperaba los absurdos y la película era un divertido sinsentido de principio a fin. Esta película es una comedia romántica y sigue grosso modo sus cánones, pero el guión comete tales incoherencias (muchas de ellas premeditadas) que deja al espectador descolocado e incapaz de reírse. El penúltimo giro de la película es tan injustificable que dan ganas de llorar.
«Olvidémonos del guión. Limitémonos a disfrutar del filme como una sucesión de sketches«. Estas frases, repetidas como un mantra, pueden lograr que nos riamos con varias escenas muy logradas en el filme. Sin embargo, pronto llega el segundo gran «pero» de la película. Un pero en forma de dirección al estilo del más injustamente admirado cómico del momento: Judd Apatow.
Este señor ha tenido sus momentos, no lo niego. Pero su mayor fuente de humor es el mal gusto, el consumo de drogas y, por ahí ya sí que no paso, lo explícito. Cuando en 2007 estrenó Dewey Cox y la cinta no tuvo el éxito que esperaba declaró: «Estábamos muy ilusionados con ella. No quiero adelantar nada, pero sale un pene«. Comento todo esto porque David Wain, con producción de Apatow, repite el esquema: A los 10 minutos Joe Lo Truglio (Superfumados, Supersalidos) agita sus atributos en pantalla, a los 20 Paul Rudd se ha extendido excrementos de algún animal por la cara y a los 30 Jennifer Aniston (que interpreta el mismo personaje que ha hecho los últimos veinte años) ya está alucinando por las drogas.
Cuando Kevin Smith creó el personaje de Randal para Clercks lo hizo soez y maleducado hasta el límite. El tipo llegaba a alquilar una película de sexo entre transexuales para ponerla en la tienda. Pero Smith no nos hacía verlo.
Eso era divertido.
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