Al joven Shane lo han ido convirtiendo poco a poco en mitad humano mitad robot, en lo que viene siendo un ser biónico, con las partes esenciales orgánicas y un montón de aditivos que están destinados, en parte, a salvarle la vida de una enfermedad peligrosa y, por la otra, a hacérsela más sencilla e interesante. Una cámara en cada ojo, una tarjeta de memoria en la base del cráneo… Todo parecen ventajas hasta que, dejen de serlo en la que es la tercera novela de Mike Lightwood, un sevillano criado en Canarias y arrojado a la inhóspita capital para vivir. Con este libro el autor da un giro a su obra y nos ofrece ciencia ficción pura de la que más nos gusta: la que sabemos (o sospechamos) que perderá el apellido en un futuro no muy lejano.
Porque las máquinas son el futuro. Títulos del cine moderno como Terminator o The Matrix no son baladíes en su temática. A día de hoy se estima que cerca de un 40% de los empleos que conocemos a día de hoy irán desapareciendo en las décadas venideras al ser sustituidos por robots. Y es que, ¿para que pagar un sueldo astronómico a un piloto cuando un dron puede sustituir a todo el personal de un Boeing 747? ¿Para qué gastar un extra en una agencia de viajes cuando existen asesores cibernéticos capaces de adivinar a dónde queremos ir antes de que nosotros mismos lo sepamos? La novela Biónico simplemente va un paso más allá.
«Tanto que pierdo la noción del tiempo«
Y es que frente al avance imparable de la robótica y la informática llegará un momento en el que no nos quedará más remedio que evolucionar o morir. Asimilar una pequeña parte de materia inorgánica o quedarnos desfasados. Me recuerda esto a obras como la sublime Ghost in the Shell y es muy probable que para el próximo siglo las cosas comiencen a desarrollarse por esas vías (cuerpos reemplazables, partes prostéticas…). Lightwood se atreve a sugerir incluso temas como el de la clonación aunque, ¿para qué clonar cuando podemos construirnos un cuerpo mejor y más adaptado? Sí, aquí es donde uno comienza a pensar en los Replicantes de Blade Runner.
Lo único que me echa para atrás del libro de Lightwood es la forma en que está escrito. Narrar en primera persona es, por decirlo de una manera fina, realmente complicado. Virar demasiado a lo mundano puede significar una pérdida de control, una menor altura en el lenguaje y, finalmente, un relato más anárquico. Pero mantener las manos siempre en el timón suele traducirse en un lenguaje alejado de la realidad. Esto último, al menos desde mi percepción, es lo que le pasa a Biónico, que no termina de capturarme por una manera de fluir que no termina de parecerme real. Me gusta la historia y me gusta el camino que recorre, pero no soy capaz de leer (como me ha pasado otras muchas veces) capítulos del tirón, perdiendo la noción del tiempo.
Sin duda alguna, Mike Lightwood tiene ideas interesantes en la cabeza. Será un gustazo leerle en un futuro, cuando estas ideas y el necesario rodaje de futuras novelas, pulan su estilo y permitana su inventiva saltar hacia nuevos horizontes.
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