«El día que morí no tuvo ninguna gracia«
¿Creéis en el karma? Yo sí. No en plan de ‘si haces cosas buenas te pasarán cosas buenas y si eres un capullo la vida de las va a devolver dobladas’, sino en el sentido de que cuando uno se dedica a vivir la vida de la mejor manera que cree conveniente, esto genera un aura, una energía a nuestro alrededor por la cual la gente que nos rodea deja de desearnos que nos atropelle un tren, primero, para pasar después a simplemente desearnos lo mejor. Porque siempre queremos ver bien a quien nos hace sonreír cada día. Y es así de simple la vida. Haces el bien y la gente que te rodea te querrá, y querrá que te vayan bien las cosas. Y luego la vida puede que te premie o te castigue por ello, porque la vida es así de aleatoria y le da enfermedades mortales a gente maravillosa mientras permite que terribles psicópatas duren más que las malas hierbas. Sin embargo, nadie llorará ante sus tumbas y sí ante las de aquellos que siempre percibimos como una fuerza del bien. Y a veces este ‘premio’ basta y sobra. Y otras este ‘premio’ va acompañado de otros muchos.
Mi abuela Julia. Fue una mujer que nunca llegaría a ser famosa ni extravagante ni llamativa. Sin embargo era una fuerza del BIEN con mayúsculas. Una mujer capaz de romper con lo establecido en una época de tremenda opresión en España e irse a Francia para poder sacar adelante a sus cuatro hijos, a quienes jamás les faltó comida en el plato ni una educación que les garantizara un futuro. ¿Sufrió? Lo indecible. Pero vivió feliz de ver como su hijo y sus tres hijas prosperaban, cada uno a su manera, les vio crecer, casarse, traer nietos al mundo y entonces expandió su capacidad de amar para englobarles también a ellos. Y un día se hizo mayor. Y otro día le tuvieron que cortar una pierna. Y seguía más preocupada porque todos fueran felices que por el destino de esos viejos huesos suyos. Y un día no pudo más. Y entonces la veintena de personas que componían su familia fue desfilando para despedirse de ella en uno de los días más agridulces que recuerdo de toda mi existencia. ¿El karma? El karma le devolvió a mi abuela todo el amor que ella había dad multiplicado por mil ¿El Nirvana? Quiero creer que mi abuela lo estuvo viviendo cada día de su vida.
«En pocos minutos descubrí que los dos hombres de mi vida me habían amado hasta el final«
Perdonad si me he puesto muy personal, pero Maldito Karma va exactamente sobre lo que he expuesto más arriba. La adaptación de la novela de David Safier que Christopher nos trae ahora a través de Planeta Cómic no hace un llamamiento para que seamos personas perfectas. Sino que nos hace replantearnos la definición de perfección. No nos pide que demos nuestra vida para salvar la de otros, sino que amemos, que lo hagamos sin pensárnoslo demasiado, que seamos una fuerza de bien para quienes nos rodean. Y así podremos vivir nuestro propio nirvana sin tener que morir ni reencarnarnos para llegar a él. Es un mensaje bonito que puede parecer ingenuo, pero no hay mayor fuerza sobre la Tierra que la de aquel que trata de hacer el bien, mostrar cariño y comprensión pase lo que pase. Y si no, echadle un vistazo a la maravillosa y multipremiada Todo a la Vez en Todas Partes (Daniels, 2022).
Maldito Karma, por otra parte, es un cómic muy divertido que se lee de un tirón y que nos arranca alguna que otra sonrisa aunque termina de una manera algo precipitada y antinatural. Lo bueno es que para entonces el mensaje ya está enviado y depende de nosotros mismos recibirlo o no. Esa es nuestra responsabilidad para con el karma.
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