Darth Vader desata su furia en este nuevo tomo publicado por Planeta que aborda una de las etapas más oscuras para los Jedi.
El cómic que nos ocupa ejemplifica perfectamente porque Darth Vader es uno de los villanos más carismáticos de la historia del cine. En La prisión fantasma nos metemos en la piel de un joven cadete del Imperio que ansía seguir a Lord Vader en la represión de un golpe contra el emperador Palpatine. Vader toma un papel secundario en la historia, pero en cada viñeta en la que aparece despliega todo su poder y evidencia su condición de referente de la cultura popular. Haden Blackman, el guionista, sabe cómo y cuándo debe usar al lord sith para que la aventura no decaiga, conduciéndonos a lo largo de una trama repleta de luchas de poder, conspiraciones y, claro está, espadas láser.
Darth Vader y la prisión fantasma es la lectura ideal para todos aquellos seguidores de Star Wars que no están familiarizados con el Universo Expandido y solo conocen de sus personajes lo que aparece en las películas. Y es que este relato transcurre tan solo unos pocos años antes del film Una nueva esperanza (el primero de la trilogía original), con el Imperio ya asentado en la galaxia y con Vader convertido ya en una leyenda entre aliados y enemigos.
La acción está narrada por el joven Laurita Tohm, en primera persona. Un personaje creado expresamente para esta aventura y es a través de sus ojos como percibimos esa grandeza que se le presupone a Darth Vader desde las posiciones más fieles al Imperio. Aquí podemos olvidarnos de la eterna lucha Jedis – Siths o la profundización en las bondades y peligros de la fuerza, Blackman analiza la figura de Vader con ojos externos. A través de la idolatría que le profesan sus soldados y el temor de sus enemigos se nos hace un retrato bastante completo acerca del símbolo. Porque no hablamos tanto de la persona torturada y corrompida que hay bajo la máscara sino del personaje que ha creado él mismo a base del miedo y el odio. Pero claro, un símbolo sin propósito no tiene sentido y el componente político que sirve de hilo conductor de la narración es el que justifica la importancia del símbolo. Sin entrar en demasiados detalles que entorpezcan la trama, el guionista deja sobre la mesa discutibles decisiones de los Jedi durante las guerras clon, el juego de lealtades del Imperio y las intenciones de este o el papel del Moff Tarkin y su futura Estrella de la Muerte.
Y si ya el guion de Blackman es bueno, el trabajo a los lápices de Agustín Alessio es sobresaliente. Aporta un trazo muy realista y juega, con gran criterio, con los planos y las perspectivas para enfatizar en según qué momentos el poderío de Skywalker o lo despiadado y frío de sus actos. Así, aunque el esquema resulte sencillo: planos generales para situar la acción y planos medios y primeros planos para narrar, es interesante el uso que se hace especialmente de los picados y los cenitales. Un ejemplo de que el dibujo está al servicio de la historia y que una buena planificación de viñetas o planos es tan o más importante que unos buenos diálogos.
Deja un comentario: