Hay películas cuyo éxito o fracaso depende de las bondades de su guión o de su calidad técnica o interpretativa. Hay otras, sin embargo, que de puro mediocres basan sus resultados en los de sus competidoras. Este es el caso de la primera entrega de Happy Feet, ganadora de un Oscar a la Mejor Película de Animación en 2006 por el simple hecho de que sus competidoras (Cars y Monster House) eran aún más mediocres que ella. Algo parecido vuelve a ocurrir estas Navidades, cuando la secuela de las aventuras del pingüino Mumble se medirá con películas como Acero Puro o Arthur Christmas y basará de nuevo sus resultados en los méritos (o la falta de los mismos) de sus rivales.
I Want it All:
Mira que las dos cintas pingüineras echan mano a grandes éxitos de Queen (en este caso podemos oír versiones del We Are The Champions y de Under Pressure) y no cantan en ningún momento el tema que más define a esta secuela, que vuelve a pecar de querer abarcar mucho y mete los temas musicales con calzador hasta el punto de que muchos de ellos no pegan con la situación, los personajes ni la trama (supone una reflexión muy dura pensar que a un musical le sobra la música). Al menos (si se puede considerar una ventaja) las canciones esta vez están dobladas y harán de gancho para los más pequeños de la casa… La pena es que a cambio no podremos disfrutar de la fantástica voz de P!nk y en lugar de a Robin Williams tendremos a Carlos Latre poniéndole voz a Ramón y el Doctor Amor.
Visualmente mejorada:
El apartado gráfico, uno de los puntos débiles de su predecesora, ha sido soberbiamente mejorado y la película resulta muy hermosa en algunos momentos y con un uso aceptable del 3D (aunque un servidor no se lanzaría de cabeza a consumirla en este formato) La cinta en general es más colorida y la animación de los personajes es mucho más fluida, dato importante en el mercado actual, en el que ya no se puede presentar cualquier cosa.
Del ecologismo al compañerismo:
La primera impresión que da el filme es que el tema central va a ser el manido calentamiento global (siguiendo con la tónica ecologista de la primera cinta). Sin embargo este espíritu se va diluyendo para dar paso a una cinta clásica de aventuras de las que ya hemos visto unas cuantas, lo que no quiere decir que el guión se vea empobrecido (resultaría difícil llegar a los niveles de su predecesora) pero hace que al espectador le cueste un poco más entrar en materia.
Damon, Pitt y la temática homosexual:
Para darle algo más de humor a esta segunda entrega George Miller y compañía han echado mano del recurso que pusiera tan de moda Ice Age: la inclusión de un personaje (en este caso dos) con una historia humorística y paralela a la acción principal. Los encargados de ocupar este puesto son Will y Bill (con las voces de Matt Damon y Brad Pitt) dos integrantes de un gigantesco banco de krill, que se dedican a filosofar sobre sus destinos y que llegan a hacer algunas referencias y bromas sobre la supuesta ambigüedad sexual de uno de los dos que no sé cómo sentarán a los círculos más retrógrados de nuestra sociedad… si es que las captan. Aparte de esto, estos dos pequeños personajes son de lo más interesante de toda la película y arrancarán más de una carcajada al público.
En resumen:
Película muy dirigida al público infantil, los adultos van a tener que hacer un cierto esfuerzo para digerirla, pero no es peor que otras… ni mejor.
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