Aún así, al poco de comenzar la película algo te choca. Parece una historia a la que le faltan pedazos. Por ejemplo: Comienza en un punto intermedio de la vida del filósofo, saltándose su más que interesante, pero políticamente poco oportuna, infancia y juventud. Además, el personaje principal es tan «perfecto», tan moralmente superior que, en ocasiones, resulta poco creíble… Algo huele a chamusquina. Aún así no nos encontramos frente a una mala película. Se trata de un drama histórico con una excelente elección de emplazamientos, vestuario y hasta actores.
La historia, una vez olvidados los prejuicios, es interesante. Pero adolece de una exageradísima cantidad de información en pantalla. Cada nuevo personaje es presentado con su correspondiente cartel… y hay nuevos personajes de principio a fin. Cada batalla, cada ciudad, cada lapso temporal, es también explicado por este medio; lo cual termina resultando tedioso para el espectador, hasta el punto de terminar no prestándoles atención a dichas aclaraciones.
Ahora bien, con la excusa del exilio, Mei Hu nos lleva de viaje por multitud de espectaculares paisajes chinos (desde el desierto hasta las cumbres nevadas) y nos muestra una sociedad decadente de reinos que iban aplastándose los unos a los otros y fragmentándose poco a poco (¡con lo buenos que son los imperios!).
Los Personajes:
Realmente «El Personaje». Ya que el setenta y cinco por ciento de la película es Yun-Fat Chow (Tigre y Dragón) redimiéndose del fiasco que supuso hacer de Duende Tortuga en Dragonball Evolution con una interpretación inmaculada de Confucio. Cuando su personaje sufre tú te lo crees, cuando hace bromas sonríes con él. Muy bueno en su papel, que pasa del de hombre de estado a prácticamente el de padre de muchos hijos (los discípulos de Confucio).
La Música:
A cargo de Cong Su (ganador del Oscar por la Banda Sonora de El Último Emperador) La música es muy correcta a lo largo de todo el filme, le da acompañamiento y empuje a la acción para pasar a cobrar un mayor protagonismo en las escenas sin diálogo, con algunos temas que podrían justificar para mí la compra de la banda sonora, por su calidad técnica y, cómo no, su belleza. Faye Wong (famosa actriz y cantante china) compone el tema que cierra la cinta: Orchid Parade. Una delicia para los oídos.
En resumen:
No es una película que vaya a dejar contento a casi nadie. A los fanáticos de la historia por sus inexactitudes y al resto por la sobrecarga informativa. Sin embargo contiene escenas que son verdaderos regalos para la vista.
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