El bueno de Woody Allen continúa ganándose a pulso la etiqueta del director más prolífico del cine norteamericano. Cada año nos obsequia con un nuevo título que, a pesar de su renovado reparto, no deja de ser una nueva vuelta de tuerca a sus consabidas obsesiones: las relaciones de pareja y el incisivo diagnóstico de la clase acomodada occidental.
Blue Jasmine no representa ninguna novedad pero sí es una cierta recuperación, tras una serie de films irregulares y flojos, muy alejados de la brillantez de Match Point (2005), su última joya. Allen vuelve a hacer que la trama pivote sobre un potente personaje femenino, la Jasmine del título, encarnado por la imponente Cate Blanchett. La australiana se pone en la piel de una neurótica pija, al que su marido (Alec Baldwin) le ha engañado y arruinado y que se va a vivir con su hermana Ginger (Sally Hawkins), una modesta cajera de supermercado. El choque de personalidades y clases está servido y la cinta avanza combinando flashbacks de la antigua vida de millonaria de Jasmine con su nueva vida de working class.
El director sabe sacar muy bien partido del elenco de actores, que cuenta con la sorprendente recuperación de Andrew Dice Clay (el mítico Ford Fairlane) encarnando al macarrónico marido currito de Sally, un Bobby Cannavale encasillado en su papel de chulazo italiano, el prestigioso cómico Louis CK y el siempre inquietante galán Peter Sarsgaard. No obstante, hay que volver a resaltar el trabajo de Blanchett en un difícil papel, en el que aborda varios registros de forma sobresaliente, por el que ya suena merecidamente en las quinielas para los próximos Oscar.
«La película del 2013 de Woody Allen» es una algo larga comedia dramática con alguna situación reiterativa, pero que sorprende por su amargo subtexto y desenlace, acorde a los tiempos que corren. El director neoyorkino es permeable a la crisis que nos atenaza y pone el ojo en aquellos desheredados y especuladores que vivieron y nos hicieron vivir en una burbuja. El poso de la cinta sorprende y aunque no es uno de sus mejores trabajos, no solo contentará a su nutrido grupo de fans españoles sino al espectador menos versado.
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