Efectivamente, la tercera entrega se fija en esta ocasión en la clase política. Tras enfocarse en el interior del hogar en la primera y salir a las calles en la segunda, es el turno de mirar más arriba y observar a las altas esferas: aquellas que desean erradicar esa noche y los ultraconservadores que defienden esas horas de “todo vale” para liberar los demonios que todos llevamos dentro, para purgar nuestra perfección –una manera más correcta de decir que los más desfavorecidos se eliminen y así bajar el presupuesto dedicado a la ayuda social-.
El horror pasa a centrarse en la clase política y en el ficticio hecho como fenómeno de masas, y cómo extranjeros hacen turismo criminal a la gran nación para liberar sus pecados haciendo el mal. Así, hasta finiquitarlo con tintes religiosos en la trama final de la película. El camino que vivirá la senadora Charlie Roan, partidaria de acabar con la Purga anual, será peliagudo. La película, que dirige una vez más James DeMonaco busca el mero entretenimiento, pero tiene un serio y vergonzoso punto en contra: el guión. Algunas frases y escenas son vergonzosas. Aparte, el director tampoco ha querido ir por el camino de la sutileza, aunque el texto haga aguas en numerosas ocasiones.
Elizabeth Mitchell, que no ha envejecido nada desde que saltó a la fama dentro del elenco de Perdidos, da vida a la senadora se junta a Leo (Frank Grillo, visto en la anterior), su fiel perro guardián durante la temible noche, donde no escaparán de venganzas, persecuciones y encontronazos con matones. Todo esto porque alguien traiciona a la política y se ven indefensos en la noche. Por suerte se encontrarán con un grupo que les protegerá, pero tendrán unas cuantas horas de tenebrosidad.
Eso sí, en el transcurso de la noche se juntarán con las víctimas, prácticamente todos hispanos o afroamericanos, mientras que el control está en poder de los blancos (una de las tantas críticas que lanza directamente DeMonaco al público). Eso sí, el crimen quedará aderezado con una marcada estética. Como esas adolescentes en busca de víctimas enfundadas en atuendos dignos de divas de la MTV. Que se note que la purga es algo visual dentro de la oscura noche.
Uno puede pararse a pensar cuántos paralelismos tiene esta cinta con la realidad, y en qué momento tan oportuno viene. Sin embargo, su principal cometido es el de entretener, y esto lo consigue pese a su falta de argucia y no haber limado algunos tramos, como la parte final, que se sumerge en lo absurdo. Ya estamos liberados de pecado, la trilogía está finiquitada (o eso parece).
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