Jersey Boys
Título Original: Jersey Boys
Director: Clint Eastwood
Guión: Marshall Brickman, Rick Elice
Reparto: Christopher Walken, John Lloyd Young, Vincent Piazza, Erich Bergen, Michael Lomenda, Kathrine Narducci, Freya Timgley, James Madio, Mike Doyle, Jeremy Luke, Steve Schirripa, Erica Piccininni
EEUU / 2014 / 134′
Productora: Four Seasons Partnership / GK Films / Malpaso Productions
Basada en el musical que ha encandilado a Broadway sobre The Four Seasons, Clint Eastwood tiene, por fin, la oportunidad de meterle mano al género musical en un biopic a medio camino entre el melodrama y el cine de Scorsese…
Basada en el musical que ha encandilado a Broadway sobre The Four Seasons, Clint Eastwood tiene, por fin, la oportunidad de meterle mano al género musical en un biopic a medio camino entre el melodrama y el cine de Scorsese.
«¡Cómo se te ocurre dejarme plantada! ¡A mí nadie me hace eso! ¿Acaso te crees que eres Frankie Valli o alguien así?» viene a decirle, más o menos, Karen (Lorraine Bracco) a Henry (Ray Liotta) en Uno de los nuestros (Martin Scorsese, 1990), delante de una peluquería. Jersey Boys (2014), arranca con Frankie Valli (John Lloyd Young) afeitando a un capo, Gyp DeCarlo (Christopher Walken), en una peluquería en Nueva Jersey. Un detalle que muestra como se han «retroalimentado» ambas películas con uno de sus referentes. Si Scorsese hacía guiños a los Four Seasons tales como llamar al personaje de Joe Pesci Tommy DeVito –como el fundador y guitarrista de la banda–, Eastwood no duda en incluir al propio Pesci como elemento más de la narración –durante su juventud convivió y se relacionó con el grupo– o agarrar un tono y herramientas –durante la primera parte del film– que emulan la realización del italoamericano con, por ejemplo, los componentes de los Four Seasons rompiendo la cuarta pared para apelando directamente al público, haciéndole partícipe de la narración.
Como en aquella, Eastwood pone el foco en unos jóvenes de barrio con ganas de triunfar, ya sea convirtiéndose en gángsters o saltando a la fama. Con un ácido sentido del humor el veterano director se muestra muy interesado en retratar el lado íntimo y personal de sus personajes, muy ligados a su barrio. De ahí que aún logrado el ansiado éxito musical, cuando los problemas acucian, el barrio y sus viejos conocidos se convierten en su refugio. El director juega con los arquetipos del barrio, volviéndolos cercanos y naturales, evitando tomar partido o enjuiciar a sus personajes más allá de lo necesario.
Toda la primera parte, referida a la formación del grupo, los trapicheos de algunos de sus miembros con la mafia y su ascensión al estrellato funciona realmente bien. Es cuando el personaje de Tommy de Vito (un estupendo Vincent Piazza) y el film entra en el terreno melodramático, cuando la película pierde parte de su encanto. Clint Eastwood se pone más sentimental, deteniéndose en el personaje de Frankie Valli, su carrera como solista y su vida familiar. Ofrece una realización sobria, muy clásica y algo pausada –motivada por el desarrollo de una historia que tiende hacia la tragedia y el drama–.
Denota su aprecio hacia las décadas de los 60 y 70 con una serie de guiños –cameo de un joven Eastwood incluido– y una selección musical en la que no falta ninguno de los grandes clásicos del grupo como Sherry, Big Girls Don’t Cry, Walk like a man o Can’t Take My Eyes Off you. Así como una postura final condescendiente con sus personajes, donde los grises tienden todos al blanco y donde da igual si el maquillaje y las pelucas parecen sacados del baúl de Muchachada Nui.
Evidentemente no es el mejor Eastwood de los últimos años, pero tiene tal manejo del lenguaje cinematográfico, de su narración, que cualquier medianía en su filmografía siempre es recomendable, como es el caso. Aunque solo sea por disfrutar de su estupenda música (a pocos no les sonará alguno de los temas de los Four Seasons) y unas actuaciones muy bien compactadas.
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