La ladrona de libros

La ladrona del libros: Un cuento sobre el nazismo

No es la primera vez que el cine, y sobre todo la literatura, nos sorprende con la segunda guerra mundial, y el nazismo en particular, a través de la mirada inocente de la niñez. Niños o niñas que relatan desde su punto de vista la crueldad y lo incomprensible de muchos actos inhumanos que llevaron a cabo los humanos. La vida es bella o El niño del pijama a rayas se encuentran entre los ejemplos. Y esta película como si de un Diario de Ana Frank se tratara surge de los pensamientos de la niña del best-seller de Markus Zusak.

 

Nada más empezar el film, que parece ser una fiel adaptación de la novela, es la muerte la que levanta su voz con fuerza y se presenta como la narradora de la historia. Aunque todavía nos situamos en el periodo pre-guerra, la adolescente Liesel se ve obligada a empezar una nueva vida. Su madre debe dejarla al lado de una familia de acogida, probando la suerte de una mejor vida que ella no podrá darle. Y con la muerte de su hermano pequeño de camino, Liesel choca con la realidad de golpe.

 

La ladrona de libros

 

La mejor sorpresa de toda la película es reconocer en esos padres adoptivos, los Hubermann, a Emily Watson y Geoffrey Rush, sin los que la película pasaría totalmente por un telefilm de media tarde. La que hace años debutara en Rompiendo las olas ha sabido perfeccionarse y actuar con la intensidad exacta y en el momento adecuado en que la película la necesita. Y en cuanto al australiano, es capaz de cargarse él sólo de toda la ternura y sabiduría de la historia. Una buena preparación del personaje y la experiencia que le precede se ponen por delante incluso de la protagonista. Sophie Nélisse no consigue aportar ninguna chispa a su personaje principal. Quizás sea por la dificultad del texto original en que Liesel manifiesta, más que hechos y diálogos, pensamientos.

 

El ritmo de la película es igual de plano. Hay momentos de obligado drama debido al tema. Pero en general se queda en una fábula pretenciosa. No se terminan de cerrar bien los argumentos ni las situaciones y el ambiente se carga de pinceladas incompletas que ni se centran en un tema bien definido ni en la Historia.

 

Lo que se presenta de interesante aquí es el poder de las palabras. Y cómo de ellas se aprovecha, para dañar o parar curar. Sin embargo es poco creíble la facilidad con la que la adolescente pasa de no saber leer a escribir su vida. En definitiva, se deja ver y es a ratos entretenida. Pero no deja de ser un cuento sobre el nazismo con la intención de presentar con suavidad unos sucesos tan crueles.

 

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