Rock’N’Love tiene una premisa interesante. En el macrofestival británico T in the Park dos artistas de sendas bandas son esposados por un «profeta» y deberán aprender a soportarse y apoyarse si quieren tener algún éxito en sus actuaciones. A partir de entonces lo típico: El roce hace el cariño, un malentendido estropea las cosas, la situación se endereza… Estructura de comedia romántica de toda la vida, vamos.
Hasta ahí todo bien, una película más para los amantes del género con el bonus de una banda sonora muy atractiva. El problema de Rock’N’Love es que pierde fuelle enseguida con unos cambios de ritmo mal medidos y unas situaciones muy difíciles de aceptar como posibles por el espectador.
Gran parte de los problemas vienen dados por el hecho de que la película fue rodada a la par que se desarrollaba el Festival, lo que se tradujo en que sólo se disponía de cinco días para grabar y que la repetición de tomas fue, si no imposible, sí una carrera contrarreloj. La consecuencia principal de esta decisión es que la cinta ha quedado muy poco pulida y que da la impresión de que se han suprimido escenas enteras (la duración, 79 minutos, apoya la teoría) por ser insalvables.
Pero lo que mata al proyecto, como he dicho antes, es su carencia de un ritmo estable (qué irónico en un filme con tanta música). Así, la más que predecible relación de amor entre Adam (Luke Treadaway) y Morello (una Natalia Tena bastante simpática durante la mayor parte de la cinta), se desarrolla a una velocidad pasmosa. Se pasa del desprecio del cantante de éxito (Treadaway) hacia la artista emergente (Tena) y del odio que la última le devuelve al primero a cambio a una efusividad y un cariño sólo achacables al alcohol.
Más absurda aún es la relación entre Morello, cuyo grupo (Dirty Pink) se dedica al punk, y su novio banquero. Quizás yo esté desactualizado, pero entre todas las profesiones que podría tener el novio de una vocalista punk, la de banquero es una de las últimas que esperaría. Lo mismo debió pensar el propio Mackenzie a mitad del rodaje, porque se lo quitan de encima de un plumazo y sin mucho aspaviento.
El humor tampoco hace acto de presencia a lo largo del metraje. Gavin Mitchell (Rompiendo las Olas), interpretando al borrachuzo y patético manager de The Make (el grupo de Adam) produce más rechazo que carcajadas. Como compañero de fatigas y borrachera tenemos al DJ que completa el dúo The Make, Tyko (Matthew Baynton), que intenta hacernos reír con un poco más de suerte, pero que enseguida se queda sin nada que decir.
La verdad es que es una pena. Porque la premisa, como ya he dicho, suena divertida y porque la banda sonora, que componen temazos desde el I’m Gonna Be (500 Miles) de The Proclaimers hasta Heavy Cross de Gossip pasando por una versión muy bien interpretada por los protagonistas de Tainted Love. Rock’N’Love debería haber ido directa al mercado del DVD.
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