Desde el autor de El arco iris de gravedad, Thomas Pynchon, hasta el grandilocuente director Terrence Malick, muchos han sido los artistas e intelectuales con aversión a la fama y los medios de comunicación. Esta timidez o desgana hacia la prensa por parte de los ídolos de millones de cinéfilos hace que el interés de éstos hacia aquéllos crezca proporcionalmente al miedo de la figura en cuestión. Woody Allen, pese a no tener una fobia de tamaña dimensión, es conocido tanto por su talento narrativo como por su atribulada vida sentimental, cuya privacidad siempre ha defendido con recelo. Y es ahí donde reside el interés de este repaso a su trayectoria.
Ahí y en los pensamientos del genial cineasta que nos introduce en su mundo de creación. A través de sus recuerdos y de las entrevistas con las personas que han colaborado con él se hila toda su filmografía: críticos consagrados que han crecido rendidos a sus pies, actores de la talla de Sean Penn que reconocen sentirse vulnerables cuando están a las órdenes del clarinetista, ex amantes hablando de su talento con desmedida admiración y sus agentes/productores de toda la vida, el desaparecido Charles H. Joffe y Jack Rollins.
Como introducción para nuevos acérrimos de su forma de entender el cine es perfecta. Comienza con sus primeros pasos como escritor de chistes para acabar siendo monologuista en todo bar que le ofreciera una oportunidad. Apoyado en toda clase de archivos de hemeroteca así como vídeos perdidos brinda una ocasión inigualable para conocer los comienzos de la que hoy es una de las carreras más longevas, productivas e interesantes de cuantas ha dado la historia del cine.
Su primer trabajo como guionista que le llevó a exigir el control total sobre sus películas y no querer ceder ni un ápice en cuanto a la creatividad, los primeros éxitos, la forma de ver la comedia a través de sus ojos, la gestación lenta pero imparable de su figura mítica. Todo ello acontece en los primeros años de su trayectoria y el documental no quiere dejar pasar nada por alto, haciendo el mayor hincapié en su primera incursión en un cine más serio con la que para muchos es su mejor película Annie Hall (1977), la cual Woody explica con total sinceridad.
Hasta llegar a su primer fracaso en cuanto a crítica se refiere. Sin animadversión ni fanatismo, el documental no tiene miedo de contar lo que supuso para él este traspiés. Recuerdos (1980) pasará a la historia como una película menor dentro de una filmografía mayor, pero vista a través de los años –y sobre todo, comparada con referentes posteriores– tiene muchísimas cosas interesantes en las que fijarse, como bien apunta el documental.
A partir de ese momento, este viaje a través de la herencia del neoyorkino comienza una carrera desmadrada por llegar al final. El repaso deja en el tintero obras cumbre como Misterioso asesinato en Manhattan para detenerse aleatoriamente en escenas de películas más desconocidas como Sombras y niebla, privilegiando su vida sentimental y el matrimonio con su hija adoptiva por encima de su trabajo.
Llegando hacia el final utiliza los recursos a su mano para demostrar que ni el propio Allen sabe qué le depara el futuro con el tremendo éxito de taquilla que resultó Midnight in Paris y abogando por una vejez feliz y la recuperación de una lucidez laboral aparentemente perdida.
Un documental imprescindible (sabiamente recortado, pues su duración inicial es de 3 horas) para quienes se sumerjan por primera vez en su obra, estudiantes de cine o fanáticos del cineasta que quieran conocer su visión directa y sincera de la vida y el cine y su forma –clásica– de trabajar. También para los curiosos que quieran saber el porqué de sus gafas o su nombre artístico.
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