El gran cuaderno
Título Original: A nagy füzet
Director: János Szász
Guión: András Szekér , János Szász, Tom Abrams
Reparto: András Gyémánt, László Gyémánt, Gyöngyvér Bognár, Piroska Molnár, András Réthelyi, Ulrich Thomsen, Orsolya Tóth
Hungría – Alemania – Austria – Francia / 2013 / 109′
Productora: Hunnia Filmstúdió / Intuit Pictures / Amour Fou Filmproduktion
Infancia y guerra son dos términos casi opuestos, pero que colisionan demasiado y tales estragos pueden provocar heridas abismales. ¿Cómo supera la psique de un niño una guerra? Para tal dura y potente pregunta Ágota Kristóf retrataba su respuesta en un libro al que János Szász adapta en un largometraje…
Infancia y guerra son dos términos casi opuestos, pero que colisionan demasiado y tales estragos pueden provocar heridas abismales. ¿Cómo supera la psique de un niño una guerra? Para tal dura y potente pregunta Ágota Kristóf retrataba su respuesta en un libro al que János Szász adapta en un largometraje, el cual se convierte en un canto a la desolación. La Hungría de posguerra queda retratada en este viaje, un trayecto a la deshumanización.
Los protagonistas son dos hermanos gemelos cuyos padres dejan en la casa de su abuela –a la que apenas conocen–, para que estén «alejados del peligro» en esos campos áridos y desolados; y bajo la custodia de una mujer de la que lo más bonito que se puede decir de ella es cascarrabias.
La sintonía afectiva tan común en gemelos será aquí el nexo entre el mundo afectivo y estos dos hermanos. Soportan de todo, salvo una cosa: su separación. En la granja de su abuela, una tierra casi de nadie, aprenderán a defenderse a base de palizas entre ambos, travesuras extremas,… todo cada vez más lejos de la misericordia. La evolución de la familia feliz llega a un punto de la impasibilidad absoluta ante el dolor. Ambos se someten a soportar el daño de la manera más espartana: impávidos ante el sufrimiento, la inflexibilidad y la piedad se pelean entre ellos para entrenarse. Lo único que les unirá al pasado será un cuaderno que su padre les dejó para que apunten lo que ven. Tal diario será el testigo del cambio de los hermanos: un sincero testimonio donde se plasma la transformación de estas dos almas trastocadas por golpes, hambruna, horror y falta de cariño.
La crudeza inicial la ofrece la abuela, brillantemente retratada por Piroska Molnár. Ella es la entrada hacia la carencia de afecto. Vivir en esa casa es una condena, no un refugio. La vecina, el general alemán, la chica guapa, el sacerdote, todos les aportarán algo y alimentarán inintencionadamente su aversión y lucha contra el dolor. La vecina les alecciona, el general alemán no actúa, sino que les admira, la joven fomenta su odio y el sacerdote sucumbirá ante sus chantajes.
No hay piedad para nadie, ni siquiera para un espectador que se siente impotente, y si es muy sensible, dolorido ante tanta veracidad. El estilo es descarnado, pero Szász no se centra tanto en los bombardeos, sino que más bien sugiere, aunque no se le escapa fijar la cámara en las sesiones de torturas que padecen estos dos chavales. La dirección de fotografía es sublime al recoger la hostilidad del lugar y en dibujar los colores de cada estación. Un entorno que con el paso del tiempo no cambia, seguirá devastador. Desde los encuadres hasta los dibujos esquemáticos del cuaderno son dureza y espesor. La dulzura que acompaña a los retratos pueriles brilla por su ausencia en esta película.
Repugnancia, hostilidad, desazón y odio son los ingredientes de este estudio. La Segunda Guerra Mundial da para mucho en el celuloide, y si está bien retratada, bien actuada y bien descrita, su infamia se nos hace tan cercana que hasta nos parece familiar.
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