New Burlesque es el nombre artístico del grupo de bailarinas, o al menos eso es lo que reza el dossier de prensa. Es un espectáculo de variedades grosero, grotesco, sin grandes artificios ni muñequitas de porcelana. Las artistas del escenario son mujeres que no tienen nada que demostrar, se han ganado el puesto que ostentan con la experiencia adquirida durante el paso y con el peso de los años. Mediante sus voluptuosos cuerpos intentan entretener a los hombres, mientras que con su ácido humor son las mujeres su diana.
El gran protagonista es Joaquin Zand (interpretado por el propio Amalric) productor del espectáculo de chicas que vuelve a su país natal (Francia), después de un largo periplo por el extranjero, y lo hace prometiendo a sus empleadas un gran final en París.
El cierre del relato tampoco deja una buena sensación en la boca. Está muy bien localizado, con un páramo inhóspito y encantador pero aparece de repente, sin explicar siquiera cómo se ha llegado ahí.
Así pues, el sentimiento final que transmite la película es inconsistencia. Es una buena historia, bien rodada, con un buen plantel de actores y sin altibajos pero en la que se nota demasiado que está hecha para el lucimiento de su director, escritor y actor protagonista Mathieu Amalric.
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