El Hombre de al lado

El Hombre de al lado: La ventana indiscreta

 

Orden y caos, blanco y negro, esnobismo y chabacanería… Mariano Cohn y Gastón Duprat nos presentan una curiosa mezcla entre el thriller y la comedia que basa en los opuestos gran parte de su atractivo. Un soplo de aire fresco que hace que un suceso tan cotidiano como la instalación de una ventana nos lleve a reflexionar sobre cómo vemos al prójimo y cómo el prójimo (el vecino, el compañero de trabajo…) nos ve a nosotros.

 

Daniel Aráoz en El Hombre de al Lado

 

Buen ojo:

 

Sin duda, hay que alabar la labor de los directores y el guionista al seleccionar a la pareja protagonista formada por Rafael Spregelburd y Daniel Aráoz. Las diferencias de uno y otro, dentro y fuera de la película, hacen que la película gane enteros cada vez que comparten plano.

 

Spregelburd interpreta a Leonardo, un diseñador culto y snob, y Aráoz hace lo propio con Víctor, un vendedor de coches usados sin demasiadas luces y con un aspecto un tanto siniestro. En la vida real Araóz ha dedicado su carrera a la televisión, participando en multitud de series argentinas, mientras que Spregelburd ha centrado su carrera en el teatro alternativo, con actuaciones que le han llevado a distintas partes del mundo. Spregelburd y Aráoz representan dos maneras muy diferentes de interpretar a un personaje, de lo cual se beneficia el filme, que precisamente busca acentuar estas diferencias.

 

Daniel Aráoz, además, hace en esta película una interpretación exquisita. Su personaje es inquietante y enternecedor a partes iguales y gran parte de estos sentimientos que provoca se los debemos a la fantástica expresividad de la que hace gala. Las escenas en las que sonríe iluminan la pantalla y sus silencios cuando su personaje trata de entender lo que le está diciendo Leonardo provocan risa e inquietud a partes iguales en el espectador.

 

El ruido y el silencio:

 

El uso del sonido en esta película es un elemento muy importante. La película comienza con el silencio matutino roto por los martillazos del vecino que inicia su reforma y en el resto de la cinta los silencios de los personajes y los ruidos de la obra se convierten en protagonistas invisibles del film. El sonido, o su ausencia, se convierte así en recurso humorístico (ya se lo decían a Jim Carrey en Man on the Moon), precursor de las escenas de tensión y elemento dramático. Todo esto teniendo en cuenta que el uso de la música en la cinta se hace en momentos muy puntuales y no llega a ser una banda sonora como tal, sino la música proveniente de la radio del coche de Leonardo, de la furgoneta de Víctor, etcétera.

 

Rafael Spregelburd en El Hombre de al lado

 

Lo peor de nosotros mismos:

 

La idea de hacer esta película nació de una experiencia del guionista, Andrés Duprat, a quien le tocó pasar por el mismo mal trago que Leonardo, un vecino decidió abrir una ventana en su casa con vistas a la casa del propio guionista. Esto, que podría haberse quedado en la simple anécdota, inspiró a Duprat para hablar de cómo la defensa de nuestra intimidad o, más bien, la negativa a que los demás sean conscientes de nuestras miserias saca lo peor de nosotros mismos y nos hace actuar como nunca habríamos imaginado. El personaje de Leonardo experimenta una evolución inversa al de Víctor en la película, mientras que Víctor se nos va revelando como una persona simple y feliz, Leonardo se vuelve más y más oscuro, atrapado por las convenciones y las mentiras que rigen su vida y que le obligan a tomar unas decisiones por las que uno no sabe si detestarle o sentir lástima de él.

 

En resumen:

 

El hombre de al lado supone una agradable sorpresa dentro del panorama cinematográfico actual. Se trata de una producción pequeña y muy inteligente que deja muy buen sabor de boca en el espectador.

 

El hombre de al lado

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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