Cuanto más oscura, realista y cruda es la ciencia ficción, mejor. A todos nos gusta Star Wars sí, pero cuando el cuento de aventuras deja paso al drama humano o a la metáfora descarnada los pelos se ponen de punta. Eso es justamente lo que han conseguido los hermanos Pastor, Àlex y David, con su segundo filme, Los últimos días.
Todo comienza en el año 2013, justo este que ahora cursa, sí, un año lleno de miserias, de ladrones que duermen en sábanas de seda (¿dónde quedaron aquellos ladrones sucios de los bajos fondos?), de perversiones, guerras ideológicas, terrorismo cultural, crisis moral, pobreza en el norte y en el sur… No hay un año mejor para que los hermanos Pastor jugaran con una misteriosa enfermedad con la que el ser humano desarrolla pánico a salir al exterior. Y en pleno siglo XXI dónde te va a pillar esta enfermedad, desde luego en el cine no. Vamos de casa al trabajo y del trabajo a casa, y si no hay trabajo ¿para qué salir de casa?
La población mundial queda encerrada y la civilización como la conocemos se derrumba. Dos hombres serán nuestros ojos. Marc y Enrique, Quim Gutiérrez y José Coronado respectivamente, recorrerán una Barcelona apocalíptica para encontrar a la novia del primero, interpretada por Marta Etura, resplandeciente como siempre aunque algo encasillada en sus papeles de mujer angelical y casi perfecta.
El ritmo de la película es frenético. La culpa es del talento de estos dos hermanos que consiguen mantener la incógnita de la enfermedad mediante flashbacks. Todo comienza in media res, personajes barbudos intentan salir del edificio en el que se encuentran cavando un túnel hasta el metro. Empieza la yincana por la Ciudad Condal. Y es un no parar. Cuando no les ocurre algo, los Pastor nos trasladan a un pasado reciente pero lleno de incógnitas. En estos retrocesos se huele cierto tono de película de catástrofe o pandemia. Saben lo que se hacen y consiguen transmitir esa angustia.
¡Y qué bien ruedan estos tíos! Las secuencias que preceden la acción denotan esa inminencia de lo que está por pasar porque saben dominar el tempo, pero cuando tienen que rodar acción la planifican con talento y aires de buen cine. Un ejemplo es el forcejeo de EL HOMBRE, o sea Coronado, con un policía (que en el nuevo orden universal ya no es nadie) para conseguir un GPS, que es algo así como un contrato de trabajo en nuestros días. Otro ejemplo es un plano secuencia a mitad del filme donde la acción se dispara en tantas direcciones que no cabe en la retina.
No es exagerado afirmar que dentro del género futurista de ¿qué pasaría si…? Los últimos días está entre las mejores. Tan buena como Los hijos de los hombres, bastante mejor que In Time, más sucia que Looper. Además en la película de los Pastor sale coronado como ese antihéroe de acción rescatado por nuestros directores que ojalá que siga en tan buena forma muchísimos años. Te necesitamos José Coronado.
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