2 Guns

2 Guns: Mucho más que sudor y balas

Baltasar Kormákur inició su periplo norteamericano hace unos años con la discreta Inhale y el año pasado volvimos a oír su nombre con la correcta Contraband. El resultado debió gustar en Holywood y su alianza con Mark Wahlberg debió ser mucho más que satisfactoria para ambas partes, porque ahora, un año después, llega a nuestras pantallas 2 Guns, la segunda incursión en el cine comercial de este director islandés basada en los cómics de Steven Grant (Punisher) y que en nuestro país edita Norma Editorial.

 

Lo que tenemos frente a nosotros es puro cine de acción a la vieja usanza (tiroteos, malos malísimos, chistes y chascarrillos…) entremezclado en una trama de mil giros y revueltas tan típica de los gustos actuales. El resultado no podía ser mejor: 2 Guns es un producto divertidísimo con un ritmo trepidante y un acabado inmejorable. Es una de esas películas que mola ir a ver con los colegas y cinco kilos de palomitas para luego salir motivados y eufóricos.

 

Denzel Washington en 2 Guns

 

El director, ayudado por un poco conocido fuera de la televisión Blake Masters (Brotherhood, Los Ángeles: Distrito Criminal) construye un relato en el que todos tienen mucho que ganar y que perder y en el que se ven involucradas la DEA, los marines, los narcos y un simpático etcétera que le da al filme un trasfondo de crítica a la corrupción del poder establecido (como ya hicieran en su época Mel Gibson y Danny Glover y su Arma Letal) y el mínimo de sentido que precisa para que la acción no quede injustificada y podamos decir que hemos visto algo merecedor de nuestros escasos euros.

 

Pero quienes se lucen y nos deslumbran con su química son sus protagonistas: Wahlberg es un tipo que tan pronto clava un papel serio hasta quedarse a las puertas del Oscar (The Fighter) como se nos presenta con las pintas de un gorila de gimnasio dispuesto a cumplir con el sueño americano a base de puños (Dolor y Dinero… y a ver qué sale de su próxima asociación con Michael Bay en Transformers 4). Denzel Washington, por su parte, viene de triunfar con El Vuelo y es muy refrescante verle junto a Wahlberg haciendo de tipo duro y graciosete. Dicho de un modo más sentencioso, es la química entre estos dos actores el verdadero motor de la película. Justo la que hemos echado de menos en filmes parecidos que trataron de recuperar el espíritu de los 90 hace no mucho tiempo (¿he de recordar la nefasta Vaya Par de Polis?)

 

Denzel Washington y Mark Wahlberg en 2 Guns

 

En el otro lado de la balanza tenemos a una Paula Patton (Precious, Misión Imposible: Protocolo Fantasma) un tanto desubicada y cuyo injustificado muestrario de lencería y pezones quizás atraiga a determinado sector del público, pero aporta bien poco al dibujo final de la película, dejando claro que esta historia es para los muy machos (Patton es la única actriz con más de una frase en el proyecto… y eso teniendo en cuenta que alguna de sus sentencias viene a ser algo como «Soy una poli mala…«) El resto de personajes, villanos en su mayoría, cumplen con las expectativas haciéndose odiar lo justo para no dejar de hacer gracia con sus propios chistes y machadas.

 

La música original corre a cargo de Clinton Shorter, al cual el director ya conocía de Contraband y quien hace un trabajo bastante decente con la inestimable ayuda de Matt Dunkley, un tipo que quizás no os suene, pero que ha estado tras los arreglos musicales y la dirección de orquestra de películas como Cisne Negro o El Caballero Oscuro y que aquí ayuda a que cada cosa suene en su momento y que, en general, la película tenga una melodía fantástica.

 

Resumiendo. Con el precio de las entradas atacando a nuestros exiguos bolsillos quizás merece más la pena disfrutar en pantalla grande películas especialmente destinadas al puro divertimento. 2 Guns ofrece explosiones, humor, océanos de testosterona y un argumento lo bastante sólido como para no ser confundida con unos Mercenarios o un RED 2. Hay que ir a verla.

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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