Hazañas Eróticas del Cuarentón Hijoputa: De mujeres

Hazañas Eróticas del Cuarentón Hijoputa«Nunca antes había visto a una mujer utilizar a su propia hija como tapadera«

 

Lo que os traemos hoy, para variar un poco el percal de capas y superpoderes con el que solemos regar esta sección, es un libro. Sí, un libro con su texto y unas cuantas imágenes (magníficos dibujos de Santiago Sequeiros) para acompañar. No sólo eso, sino que os traemos una compilación de relatos eróticos protagonizados por lo que solemos conocer como un hombre de mediana edad y que se nos presenta como un sátiro entregado a un hobby que de inocente tiene poco y que aún a día de hoy much@s miran con malos ojos: lo que viene siendo el follar.

 

Reconozco que en el tema de los relatos eróticos siempre he preferido aquellos que firmaba una mujer (aunque en el cíber-mundo en el que vivimos seguro que más de una vez me la han colado). Me produce cierta curiosidad conocer cómo se acercan ellas al acto sexual, quizás sea la excitación ante lo desconocido o algún tipo de fetiche mal explorado, vaya usted a saber. En este libro, por el contrario, nos encontramos con una colección de aventuras sexuales protagonizadas y relatadas por el mismo vividor. Y da la casualidad de que me ha encantado tener la oportunidad de leerlo.

 

«Siempre me ha gustado comer coños y masturbarlos«

 

Algo en este bosque de relatos libidinosos me ha recordado a un amigo que, aunque ahora viva felizmente casado, cada vez que lo veía en el pasado nos deleitaba con sus aventuras -y desventuras- sexuales. No me refiero al relatar propio de los hombres demasiado contentos de haberse conocido de todas y cada una de sus conquistas en la cama. Este amigo, cuya identidad no revelaré, tan pronto nos contaba un encuentro casual como un ridículo mayúsculo al tratar de alcanzar la ansiada meta y salir trasquilado. El Cuarentón Hijoputa que nos trae Hernán Migoya tiene mucho de este chaval, aunque también (quizá sea la edad y la experiencia) tiene un punto de maldad (o quizás la palabra correcta sea la de travesura) que le hace barrer siempre para casa. Pero también tiene algo de noble y es que nunca lo lees ir por la espalda (en sentido figurado, claro), Migoya nos presenta a un hombre que sabe lo que quiere y que no trata de engañar a nadie. Este libro recoge algún sonado éxito y algún conato de fracaso, pero quizás eso no sea lo más importante.

 

Hazañas Eróticas del Cuarentón Hijoputa

Hazañas Eróticas del Cuarentón Hijoputa

 

Lo que más me ha impresionado es que realmente las protagonistas de este compendio de aventuras sexuales son las mujeres con las que el Cuarentón se acuesta. Poco a poco, conforme la lectura va avanzando, uno se percata de que Migoya se dedica a reunir aquí a toda clase de mujeres, desde las liberadas sexualmente hasta las que, por educación o por miedo, han concedido al folleteo una cualidad sacrosanta que lo ha convertido en algo más allá de su alcance. Vemos en este libro también a esposas cansadas de quedarse en casa, a mujeres que vuelven al sexo tras un trauma violento y las descubrimos curarse y aprender de nuevo a disfrutar gracias al Hijoputa que las ha llevado de la mano al rincón más oscuro de su cuarto.

 

También es cierto que para llegar a esto hay que enfrentarse al libro que publica Dibbuks con una buena dosis de mente abierta y ganas de disfrutar de la lectura sin intención de juzgar a quienes escriben. Aún con todo, me acuerdo de cierto cómic de índole sexual que reseñé hace ya unos años en esta revista y me doy cuenta de la gran distancia que estos relatos han cubierto desde entonces. Donde hace años me encontré con un torpe intento de mostrarnos a una mujer siendo violada por hileras de hombres (tal era el nivel de la obra que no enlazaré) hoy me encuentro con un álbum en el que su protagonista se preocupa de verdad porque sus parejas disfruten… y es tildado de Hijoputa.

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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