Cómo Salvar la Industria del Cómic sin Tener ni Puta Idea

Cómo Salvar la Industria del Cómic sin Tener ni Puta Idea: Dosis de sentido común

Cómo Salvar la Industria del Cómic sin Tener ni Puta Idea«Aunque lo más normal es que lo único que consigan sea precariedad, incertidumbre o miseria«

 

¿Cuál ha sido el primer paso siempre para resolver cualquier problema? Si yo hubiera amanecido un buen día de mayo atado a una cama y hasta arriba de drogas chungas, es posible que durante unos días me hubiera olvidado de mis mierdas, pero también es seguro que a los dos días ya estaría de nuevo con la rutina de la tristeza, la locura y los lanzamisiles caseros. Por lo tanto, quizás lo mejor que pude hacer por mí y quienes me soportan fue aquello de reconocer que había un problemaCómo Salvar la Industria del Cómic sin Tener ni Puta Idea es, de alguna manera, el equivalente a ese estado de iluminación alcanzado entre dos tremendos ataques de ansiedad. Es la manera que tienen Javier Marquina y Rosa Codina de poner por escrito una realidad de la que ya éramos conscientes muchos de los que amamos las viñetas: la industria nacional del cómic tiene un (grave) problema.

 

Si este cómic no fuera tal (y si no hubieran jugado tanto sus autores como ECC a engordarlo para poder ponerlo en las estanterías en tapa dura, que queda más goloso) sería un ensayo muy interesante e inteligente no sólo de los males que aquejan al sector de la viñeta en España desde hace ya bastante tiempo, sino de las posibles soluciones por las que pueden pasar los actores involucrados en este negocio para que el binomio de artista de cómic = muerto de hambre sea… bueno, un poco menos cierto y para que se pueda soñar con la dignificación de un sector que se ha visto desbordado por el manga y el anime, pero que antes también se vio vapuleado por la masificación del cómic norteamericano y que nunca ha llegado a pelear con armas eficaces por su parcela de lectores en un país en el que poco a poco se va perdiendo el símil del lector de cómics como un friki inadaptado y solitario.

 

«Ya es hora de empezar a dejar claras ciertas cosas. No todo lo que hacemos es bueno«

 

Cómo Salvar la Industria del Cómic sin Tener ni Puta Idea (además de regalarme once palabras gratis cada vez que lo incluyo en esta reseña) se goza, se entiende y sirve para reflexionar de verdad para todos aquellos involucrados en cualquier proceso creativo en nuestro país, ya sean autores, distribuidoras, editoriales o libreros (las cuatro patas de esta industria tal y como lo ven Marquina y Codina), pero también sirve para que el lector de a pie tome consciencia sobre todo lo que se cuece bajo la portada de la última reedición de V de Vendetta que se ha comprado o lo difícil que van a tenerlo los autores de este tomo para poder comprarse un bocata de calamares con lo que se lleven por las ventas de este cómic. Porque que todas las partes implicadas (y aquí los lectores son una necesaria quinta pata para la industria) conozcan el problema no lo soluciona, pero sí que lo hace presente en la sala y obliga a todas las partes a convivir con él… o a tratar de ponerle remedio.

 

Cómo Salvar la Industria del Cómic sin Tener ni Puta Idea

Cómo Salvar la Industria del Cómic sin Tener ni Puta Idea

 

La industria del cómic patrio necesita sentarse en el diván, analizar sus problemas y ver qué es lo que está funcionando en el sector y por qué para tratar de replicar los casos de éxito. Es eso o terminar digiriéndose a sí misma poco a poco, con la ayuda de las ventas descontroladas de cómics del lejano oriente. Pero sobre todo necesita ser consciente por sí misma de que hay un problema y necesita darse cuenta de que este problema puede terminar salpicando a todas las partes interesadas en que todo siga moviéndose. Necesita darse cuenta de que hay que ponerle solución a lo que está pasando antes de que sea tarde. Cómo Salvar la Industria del Cómic sin Tener ni Puta Idea es esa intervención que te hacen los amigos cuando se cansan de entrar con miedo en tu casa. Queda por ver si alguien en la industria les hará algo de caso.

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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