Hinatsugi. El pueblo de las muñecas: Terror improvisado

HinatsugiHinatsugi, el pueblo de las muñecas supone la entrada de una nueva autora al catálogo de ECC Ediciones. Aki Shimizu se nos presenta con un manga de terror muy atractivo a nivel visual y demasiado conservador en su desarrollo argumental.

 

«¿Es humana? ¿O es un espíritu malvado?«

 

La premisa de la obra es sencilla y directa, como mandan los cánones del género: «Una mansión en el corazón del monte Hinatsugi ofrece refugio a cuatro universitarios que han sufrido un accidente durante la búsqueda de unas ruinas. Pero a aquellos que se pierden en esa montaña y llegan al pueblo de las muñecas solo les esperan dos destinos: o bien serán habitantes del pueblo o bien vivirán como parte de ellos«. Tenemos un grupo de incautas víctimas y un escenario misterioso y peligroso. Shimizu construye un relato que cumple con las expectativas del devorador de historias de terror. A quien sea algo más exigente Hinatsugi le sabrá a poco.

 

El principal problema de la obra -más allá de que nos sepamos el argumento al dedillo antes de comenzar- es que es se mueve fruto de la improvisación, no sabe qué quiere contar hasta bien avanzado tomo; un aspecto que viene heredado del formato original del manga, publicado seriado en una revista antes de recopilarse en tomo. La primera mitad del libro sigue una estructura de relatos cortos ambientados en la misteriosa Hinatsugi. Diferentes personajes se pierden en el monte y acaban tropezando con un pueblo del que nunca van a salir. Al margen de la localización y sus habitantes, las únicas conexiones entre los relatos se traducen en rumores de desapariciones que subrayan el carácter maldito y de leyenda de la zona.

 

Llegados a la mitad del libro, sin embargo, la autora cambia el enfoque. Recupera a un personaje para que se convierta en el protagonista -con quien ya apenas tenemos margen para empatizar- y crea un trasfondo retorcido y trágico a las desgracias que acontecen en el pueblo. Así, pasamos de una serie de relatos cortos sin más ambición que la de acongojar al lector, a un cuento centrado en sus personajes. que busca ser una alegoría sobre la toxicidad de una parte de las relaciones paternofiliales en la sociedad nipona.

 

La impresión que transmite Hinatsugi es que el giro dramático de la historia llegó a posteriori. El capítulo inicial causó gran impacto (como relato corto es de lo mejor que os vais a encontrar en el género reciente) y tras un par de entregas que seguían explorando el folk horror desde el suspense y la sorpresa, la autora dio con un tema que le interesaba tratar, pero los condicionantes propios de la publicación seriada le daban ya poco margen de maniobra. Ante el poco espacio para presentar nuevos personajes, recuperó a una de las víctimas ya conocidas y creó a partir de ahí.

 

Cumple, sí. Pero sabe a poco.

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