El polifacético Albert Dupontel nos habla de 9 meses… ¡De condena!, film que escribe, dirige y protagoniza.
Humorista, actor, director y guionista… Albert Dupontel es un hombre versátil. Con una dilatada carrera como intérprete, su currículo como realizador avanza paso a paso. Nueve meses… ¡de condena! es su quinta película, una comedia delirante basada en una situación muy disparatada. Una comedia de 85 minutos, pero con el savoire-faire tan típico de su patria, en la que demuestra que sabe manejar muy bien los elementos cinematográficos que acompañan a cada gag.
Pregunta: ¿Cómo definiría nueve meses de condena en una frase?
Respuesta: Como una historia de amor improbable entre una jueza y su acusado.
P: ¿Hay algún plano que se haya dejado sin hacer? Porque la película recoge todo tipo de movimientos y planos habidos y por haber.
R: A partir del momento en el que sale la película, es que he hecho todos. Aunque parezca que no.
P: Siempre se dice que Francia es único en hacer vodeviles en el séptimo arte ¿Cuál es su opinión al respecto?
R: El vodevil es algo distinto; es una palabra que viene de los escritores franceses, como Feydeau o así. Son comedias basadas en temas costumbristas y a mí nunca me han interesado, son las historias dramáticas las que me gustan y hago más bien dramas divertidos. El vodevil es un género muy paticular franc´es, no sé si existe en España, Fracnai es conocida por su libertinaje, el adulterio, etc, y a finales del S. XIX, autores escribieron piezas de teatro así y se siguen haciendo. Curiosamente yo siempre lo he odiado.
P: ¿Con lo cual no considera que esta cinta lo sea?
R: No, no, la mejor definición que puedo encontrar es un drama divertido.
P: ¿Quería hacer una crítica al funcionamiento del sistema judicial con esta película?
R: La justicia no necesita de mi ayuda para ser ridícula; es un decorado posterior, es un lugar donde surge la historia de amor entre un juez y su acusado son muy improbables, por tanto es interesante desde el punto de vista del guion, de tratar que se encuentren personas opuestas.
P: Ciertas partes de la película recuerdan al cine de Jean–Pierre Jeunet ¿Cuáles son sus inspiraciones?
R: Trato de ser yo mismo, sabiendo que me parezco a mucha gente. Es unaverdadera tragedia. Las incrustaciones existen desde el cine mudo, no es algo nuevo. Pero Jean-Pierre ha vuelto a dar a la imagen, y sobre todo para el éxito de sus películas, mucha sensualidad a la imagen, mucho cuidado, y en cuanto un francés hace un trabajo de imagen se asocia a Jeunet. No voy a tardar mucho en asesinarle (ríe).
P: ¿Se siente cómodo siendo director y actor a la vez?
R: Es mucho trabajo, pero mi megalomanía natural me ayuda.
P: ¿Cómo le gusta trabajar la dirección de actores, y sobre en este caso con la protagonista, Sandrine Kiberlain?
R: Mucho ensayo, ese es el lugar donde puedes intentarlo todo, equivocarte, llorar, ponerte nervioso, cabrearte, no cuesta caro y no pasa nada. Hago mucho ensayo. A Sandrine le costaba mucho hacer tanto ensayo, pero en general fue beneficioso, como el papel de abogado tartamudo, que es un verdadero regalo envenenado, y le ayudaron mucho los ensayos, y pudo encontrar a su personaje.
P: ¿En los próximos proyectos, tiene pensado hacer lo mismo, trabajar como director y actor a la vez?
R: He hecho cinco películas así y hay una razón artística evidente, y es que me siento cerca de los actores, porque conozco bien al personaje y por una razón pragmática: así tengo un actor conocido gratis. Por eso prefiero trabajar con pequeños presupuestos y el hecho de poder interpretar mi propia película es un ahorro de presupuesto importante.
P: ¿Cómo vive Francia la situación del cine? ¿Cuáles serían para usted las posibles soluciones?
R: No es muy buena. La solución no es intrínseca del cine, es algo global: para que la gente vaya al cine tiene que tener dinero, y el ocio es lo primero que se corta cuando se carece de dinero. Pero globalmente me parece que la sección cultural francesa, que tiene muchas críticas, debería ser la norma europea, y que todas las culturas deberían protegerse con este sistema. Cuando era pequeño, en los 70 había muchas producciones francoitalianas, francoespañolas o francoalemanas, y hay que volver a eso. No es normal que haya desaparecido. Es la cultura europea la que inventó el cine, tiene mucho dinero y hay mucho talento,, pero curiosamente para ser reconocido tienes que ir a Hollywood, y es una lástima.
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