Dirigir a seis manos no es lo común. Pero Claire Burger, Marie Amachoukeli-Barsacq, y Samuel Theis lo han hecho en Mil noches, una boda. Y además con una historia basada en una mujer real, Angélique, la madre de Samuel. Burger pasó por Gijón y nos habló sobre este drama que se torna en una llamada a la libertad frente a las normas establecidas.
P: La pregunta de arranque es típica pero es necesaria hacerla. ¿Veis a Angélique como un icono feminista?
R: La verdad es que no es típica (ríe), la gente no nos lo ha preguntado. Por supuesto que es una película muy feminista. Estábamos interesados en el personaje porque en cierta manera ella es muy feminista. En su vida no es ninguna víctima ni de los hombres ni de la sociedad. Tiene un lado feminista porque siempre decide por sí misma: toma decisiones incluso cuando la gente está en su contra o cuando es consciente de su forma de educar a sus hijos. No se avergüenza de ello, en eso es una luchadora porque siempre decide por ella, incluso cuando mantiene sus ideas del amor, o cuando el resto espera de ella otra cosa. Está muy arraigada a su naturaleza y decide lo que quiere hacer por ella misma.
P: El diseño de vestuario y la dirección artística es una de las cosas que llama más la atención. ¿Buscabais eso desde el principio? R: Sí. Angélique tiene una estrecha relación con su ropa, y es muy típico de una clase social; lo queríamos mantener y hacer una estética artística. En otras películas la gente quiere organizar, poner ciertos colores para marcar si está triste o alegre. Nosotros estábamos más interesados en la forma que ella usa sus ropas. Algunas veces decide vestirse más a lo rockero, otras como una adolescente. Era algo a conservar en el filme. Por eso curramos su estilismo, muy interesados en la línea que tiene Harmony Korine en sus películas, porque trabaja con las clases sociales más pobres, con la white trash people. Estábamos cerca de esa línea y la seguimos en la historia.
P: Habéis sido tres directores, ¿Pero en algún momento Mary y tú dejasteis más espacio a Samuel, debido a que se hablaba de su familia?
R: No sé qué decir hacia eso, pienso que es que diferente para él, porque es su familia, pero desde el principio hubo un trato entre los tres que debíamos trabajar como profesionales, e incluso planteándonos hacer la película; Samuel consideraba a su familia y su madre como personajes. Sin embrago, creo que es muy especial para él, muy íntimo pero a la vez interesante hablar de ello. Cualquier director tiene muchas razones privadas para hacer la película que hace, y a veces son cosas de las que no quieres hablar. No es sobre cine, sino vida privada. Desde el inicio fue un trabajo singular y teníamos que ser profesionales. Tanto Mary como yo estuvimos cerca de los personajes también. Les conocemos desde hace veinte años y les queremos, ha sido una aventura humana. Pero hasta el hecho de dirigir con amigos, supone un trabajo profundo y muy intenso. Sin embargo, tuvimos cuidado de hacer siempre una labor seria y no de colegas. Fue práctico ser tres, mantener las distancias y estar conscientes de hacer una historia que la gente sintiera suya, era como un trabajo psicológico, casi de terapia familiar para ellos.
P: ¿Recomendarías dirigir en equipo?
R: Realmente no lo sé. Solía hacerlo mucho, y a veces hasta éramos cuatro. Decíamos que el cine es un arte colectivo, pero debo admitir ahora, al final de esta aventura que cuanto más exitoso es más dificultoso será, porque hay varias partes mandando en el proyecto. Después de la dirección viene la parte de la promoción, y es muy diferente a dirigir. Cuando trabajas con gente que es tan cercana a ti, puede ser también bastante difícil en lo que se refiere a tu vida privada. No sé si es bueno para tu vida personal, pero creo que es bueno para el trabajo. Cuando hay varios, es mejor por el tema humano, pero tienes que pagar un precio. Si la gente es cercana a ti, también tendrás que medirte a ellos, será como una competición dentro de tu intimidad.
P: Esta película se ha hecho con actores no profesionales ¿Cambiaría con actores reales? ¿Qué actriz hubieras imaginado para la protagonista?
R: Hubiera sido totalmente diferente, claro. No puedo ni imaginar cómo sería. Nunca fue ese nuestra finalidad. Al inicio leyendo el guion decíamos «Ay sería un papel genial para Isabelle Huppert, o hasta para Catherine Deneuve…». Fue siempre una idea ridícula, porque tampoco era lo que se perseguía. Desde que estábamos escribiendo el guion, siempre teníamos a Angélique en mente. Hubiera sido muy extraño intentar forzar a Catherine Deneuve como habla Angélique, nadie podría ser ese personaje excepto ella misma.
P: Hay muchos festivales de cine. ¿Cómo es pasar de Cannes a Gijón?
R: Es muy diferente. Cannes es crucial para la película en sí, porque es donde se permite ser vista por muchísima gente. Puede ser comprada en países extranjeros, así que es estupendo para la exhibición y exposición de los largometrajes. Pero para los directores, sin duda es mejor estar en los pequeños festivales, porque conoces a la gente y tienes relaciones humanas con las personas que ven tu trabajo. La presión no es la misma. En Cannes si a la gente no le gusta tu película, la película está muerta, y estás muy nervioso con esto. Y si les gusta, quizás puedas esperar algo más de vida para ella. Es muy distinto acudir a un festival pequeño y ver a la gente que ve tu película y conocer a la gente que ama el cine, eso es un placer.
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