La Jetée es un mediometraje de producción francesa realizado en el año 1962 por el director francés Chris Marker. Está enmarcado dentro del género de la ciencia ficción dada su temática de viajes espacio-temporales y futuros distópicos; y es de carácter experimental entre otros motivos por su tiempo de metraje, su utilización pionera del lenguaje audiovisual ajena a los modos de representación institucionalizados de la época o por su estructura interna, factores que serán todos analizados más adelante. La película se autodefine en sus créditos de inicio como photo-roman(fotonovela) dada su peculiar naturaleza.
Las particularidades en el relato se encuentran en el modo de representación, el lenguaje narrativo a partir de elementos no «puramente» cinematográficos, o el uso de la fotografía y demás elementos audiovisuales en relación a la historia narrada. La Jetée, está compuesta por imágenes estáticas, en blanco y negro, fijas y relacionadas entre sí que utilizan como nexo de unión la voz en off de un narrador omnisciente para avanzar en la historia. Estos parámetros también serán analizados con posterioridad.
En el plano narrativo el mediometraje representa en clave distópica la historia de un preso de la Tercera Guerra Mundial que es utilizado por el bando enemigo como sujeto experimental. Dada la imposibilidad de la humanidad de encontrar alimento, medicamentos y fuentes de energía en el presente, el protagonista es enviado a través del tiempo tanto al pasado como al futuro con distintas misiones que cumplir, entre las que destacan encontrar fuentes de energía alternativas o evitar la guerra. El protagonista a lo largo del relato se siente profundamente obsesionado por dos acontecimientos que marcaron su infancia y que son recurrentes a lo largo del relato: la visión de una mujer cuando era niño a la que conoce durante sus viajes y de la que se enamora. Y un recuerdo también de su infancia en el que ve como un hombre cae abatido frente a él en el aeropuerto de Orly.
Temática en La Jetée
En La Jetée destacan temas como el amor, motor que mueve al protagonista durante su vuelta al pasado, regresivo y reiterativo tanto en sus viajes como en el devenir del texto, tema en el que incide el narrador en múltiples ocasiones y punto decisivo en el desenlace ya que el protagonista decide volver al pasado en lugar de quedarse en el futuro precisamente por amor.
También destaca a lo largo de la narración la descripción que se hace de la guerra, en este caso la Tercera Guerra Mundial y el desastre que supone no solo en pérdidas humanas sino también en bienes materiales, o en cuestiones éticas y morales.
Marker describe las consecuencias de la guerra como una involución del hombre respecto a sí mismo, volviendo a estar obligado a vivir en cuevas, (en este caso en galerías bajo tierra) y a partir en la búsqueda de alimentos, bienes y nuevas fuentes de energía (aunque esta partida sea a través del tiempo y no del espacio). Esta involución también está presente en las relaciones interpersonales entre los sujetos, volviendo a primar actitudes ya superadas como la esclavitud o la experimentación humana, que son temas también en sí mismos dentro de la narración.
Saltos temporales para una estructura lineal
En el plano estructural la película destaca por los continuos saltos en el tiempo narrativo dada la importancia que tienen en el film los viajes temporales del propio protagonista. Estos dan forma de caos e inconexión a la totalidad del relato que encuentra continuidad y coherencia a partir de la última secuencia donde pasa a tener forma circular cerrada, convirtiéndose en una paradoja espacio-temporal, ya que se recrea la visión del protagonista en primera persona y la representación de su propia muerte.
Los viajes se dividen en tres tiempos distintos: Un pasado en el que el protagonista es niño y está en el aeropuerto de Orly. Un presente, que se divide en las estancias bajo París. Un tiempo pasado posiblemente soñado al que luego se hará mención, relacionado con los recuerdos y viajes al pasado a través de cuatro espacios: el museo de arte, el de animales, el paseo por el mercado, y la habitación de la mujer. Un viaje al futuro. Y un final circular de nuevo situado en el aeropuerto de Orly donde el protagonista es asesinado y se ve a sí mismo de niño.
Por último, dentro de la estructura, también destaca la utilización de elementos didascálidos al comienzo del mediometraje para centrar la situación espacio-temporal del relato dentro de un presente narrativo y la situación del protagonista dentro de ese presente.
Naturalismo versus expresionismo
A partir de la puesta en escena y dentro del caos estructural al que se hacía antes mención, cabe destacar tres partes que cuentan con cierta diferenciación interna dentro del relato gracias a su puesta en escena, atrezzo, iluminación o puesta en cuadro.
Una primera parte relacionada con el presente bajo las cloacas de París tras la Guerra Mundial donde prima la involución del hombre a la que antes se hacía mención en el apartado temático. Esto de representa a través de contrastes en la fotografía y claroscuros, y mediante el uso de luz dura, directa y marcada. También destaca el uso continuo de primeros planos casi expresionistas cuya función es la búsqueda del gesto y la expresión en los distintos individuos que aparecen, y la sensación de ahogo y claustrofobia dado que están en el alcantarillado. En este espacio destaca también el barroquismo en el uso del atrezzo y el vestuario de los personajes, recalcando el uso del vestuario harapiento, o el uso de unas gafas o anteojos de peculiar diseño, formadas a partir de distintas lentes que dotan de barroquismo a la composición.
Por último, existe otra parte relacionada con el viaje al futuro del protagonista, en la que también destacan la fotografía e iluminación duras como en las cloacas de París y basada en los mismos principios de irrealidad, pero que en este caso la puesta en escena y vestuarios destacan por ser minimalistas en oposición al barroquismo del otro entorno y que sirve de elemento diferenciador y descriptor del futuro.
Sonido y simbolismo
También destaca el uso del fuera de campo de los sonidos como en el caso de los aviones despegando durante las imágenes en el aeropuerto de Orly, que ayudan a la ambientación y la representación como un todo del espacio en cuestión.
Existe también el uso simbolista y narrativo de algunos sonidos, como la reverberación del piar de los pájaros durante el último viaje del protagonista al pasado, mientras la mujer está en la cama. Gracias a un efecto de reverberación se convierte en un ruido estridente y repetitivo que simboliza la vuelta al presente postapocalíptico, el despertar, la salida del sueño o la última vez que verá a su amada.
Destacan también dos sonidos durante todo el metraje. Por un lado, una serie de coros que tienen especial importancia al comienzo del texto como elemento de destrucción durante la guerra, y por otro lado, los murmullos que generalmente acompañan al protagonista durante sus vueltas a las cloacas de París y que pueden simbolizar el despertar o la salida de un profundo trance, elementos que también inciden en la teoría del viaje en el tiempo como sueño del protagonista.
Por último a destacar la partitura creada a partir de notas solitarias de flauta o violín que durante el relato destacan determinados puntos relacionados con la sorpresa o la paz en el protagonista y que tienen especial importancia durante el último viaje del protagonista al pasado y durante el viaje al futuro.
El montaje como nexo de los viajes en el tiempo
Por otro lado, dada la naturaleza del mediometraje y su fin último de contar una historia en la que destaca la figura del narrador, se podría enmarcar el montaje dentro de los parámetros del cine narrativo e incluso ideológico por su abuso de planos cerrados y primeros planos en los que destaca la expresión, la emoción y el símbolo y a los que se hacía mención en la puesta en escena y la arquitectura de planos.
También dentro de este espacio se podría decir que el montaje en ocasiones es expresivo dada la variabilidad de la durabilidad de los planos en función del momento, espacio y tiempo del relato, ya sea para crear tranquilidad o tensión. En ocasiones el director utiliza el montaje rápido y por corte de las distintas imágenes con la finalidad de crear un estado de shock como en los casos en los que se está probando la tecnología del viaje en el tiempo con el sujeto protagonista y que viene acentuada por un efecto de sonido similar al latido de un corazón acelerado. O en contraposición, el uso de los distintos encadenados pausados que se articulan cuando el protagonista ha llegado al pasado y ve el campo, los pájaros o la habitación, tienen como fin crear sensación de paz, onirismo y desubicación espacial y temporal por oposición a lo anterior.
La Jetée como texto experimental no unívoco
Dado que La Jetée es un texto narrativo profundamente experimental como se ha descrito anteriormente, ofrece múltiples lecturas y digresiones respecto a su análisis, por esto, y dado que no se trata de un texto unívoco, es posible analizar el relato de forma literal o discrepar sobre la posible naturaleza del sueño o la memoria en el relato, incidiendo en los viajes en el tiempo centrales como productos de la imaginación del protagonista.
En La Jetée están profundamente unidas tanto la temática como la forma, como se ha venido destacando en la importancia que tiene en la representación tanto la involución del hombre, como los desastres de la guerra, la importancia del amor y el pasado perdido y por encima de todo la persistencia de la memoria y los recuerdos.
Es por esto que la peculiar forma del texto como foto-roman pueda deberse a una licencia creativa definitiva del director con la finalidad de mostrar su percepción sobre la forma de la memoria, los recuerdos y de las particularidades de la mente en la recreación de realidades alternativas no sujetas a un tiempo o un espacio determinados.
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