Emilio Aragón nos habla de su experiencia dirigiendo a Robert Duvall en Una noche en el viejo México, su segunda película.
Dio el salto de la pequeña a la gran pantalla hace cuatro años con Pájaros de papel. Su segunda película está rodada en inglés, sitiada en la América profunda, y con estrellas de la talla de Robert Duvall. Sin duda a Emilio Aragón le gustan los cambios fuertes. Con Una noche en el viejo México queda confirmado que también es director de cine además de showman y productor.
Pregunta: La primera pregunta es casi obligada ¿Cómo acaba Emilio Aragón en un sitio como éste?
Respuesta: Por las casualidades de la vida y que al final, un trabajo te lleva a otro. El culpable de esto ha sido Pájaros de papel. Después de la proyección en Los Ángeles hubo unos productores que la vieron, les gustó la dirección de actores y contactaron conmigo. Me dijeron que tenían un guion basado en personajes, y querían que lo leyera si me apetecía. Aunque seguía pensando en hacer mis cosas, leí el guion, me gustó y me dijeron que Robert Duvall estaba interesado en hacer el papel. Luego todo fue viniendo: reuniones, horarios para ir encajando todo a lo largo de ese año y medio previo. Pero la gran culpable desde luego fue mi primera película. Al final tú te conviertes de alguna manera en el trabajo que has hecho, a Duvall le había gustado Pájaros de papel, etc. Todo vino fluido.
P: Dices que a los productores lo que más les gustó fue la dirección de actores ¿Cómo te gusta trabajarla? ¿Y más con un peso pesado llamado Robert Duvall?
R: Dirigir en la teoría es fácil. Yo soy de los que habla mucho con los actores previamente al set, y si lo has hablado todo, ya en el decorado todo será más fácil. La tienes en tu cabeza rodada, pero luego toca rodarla de verdad… Ese trabajo previo te permite tener momentos de pequeña improvisación si se quiere, porque nada sale como lo has planeado y nada es perfecto por imprevistos que pasan en el rodaje. Pero si hay diálogo fluido con los actores, y lo más importante, si tienes claro lo que quieres contar, saldrá todo. La película que tenías en mente no va a salir clavada, sino algo muy aproximado. Esto al final es un trabajo de equipo y los actores aportan cosas, porque hay puntos de vista interesantes para incorporar. Y también hay momentos de improvisación: hay un momento en que Robert Duvall cantaba y me dijo ¿Te parece que grabemos cuando canto mientras conduzco? Eso no estaba en el guion, y al final de rodarlo le dije que me quedaba con todo, y así fue. También es el sentir que hay cosas que puede uno incorporar… hay que estar muy abierto en todos los sentidos en el rodaje.
P: Dada la localización de la película, puede recordar a cierto cine americano: los Coen, las películas de Stone, ¿Tú te has dejado influenciar?
R: Es inevitable que el cine que ves te influya. Además puedes estar concentrado en una película, luego el entorno te da más. Lo que el guion te está pidiendo a voces hay que sacarlo y luego hacértelo tuyo. Por ejemplo aquí, un trabajo que hicimos con el director de fotografía, fue discutir la estética, y una vez lo tuvimos claro, fue aplicar la idea resultante. Cuando ruedas en una ciudad fronteriza, la propia localización te da mucho. Ya otra cosa es cómo pones la cámara, pero es la frontera, y ya habla por sí solo.
P: Mientras estabas con Pájaros de papel, ¿en algún momento te pasó por la cabeza que tu siguiente trabajo sería en inglés, en Estados Unidos y con Robert Duvall?
R: ¡Para nada en absoluto! Lo que quería hacer era una historia mía, y de repente se cruzó esto por el camino, y fue una cosa que fue creciendo poco a poco. En la vida los retos de la profesión te llegan y es cuestión tuya el aceptarlos o no. ¿Que era un salto complicado? Claro, pero yo soy de los que creo que esta profesión, y en el arte en general, hay que estar muy apasionado y si no, no lo hagas, porque es mucho esfuerzo y hay muchas cosas implicadas. Rodar no depende de uno, hay muchos componentes que lo hacen muy complejo; si lo haces con pasión, disfrutarás más del viaje. En este caso, aceptar dirigir a Duvall lo tomé por dos ángulos: que él le pusiera cara y ojos a un personaje muy bien escrito, y como aprendizaje de él como icono y referente que es para muchos en la interpretación.
P: ¿Se puede decir que Emilio Aragón ya se atreve con todo?
R: No, no (ríe). Habrá cosas que diga que no estoy preparado, pero en la vida hay que ir con honestidad y humildad, y si eres humilde ante los retos y ante las cosas que te propongan, le resto no tiene por qué ser complicado; yo cuando leí la historia y reflexioné sobre las posibilidades que tenía el guion, y entendí que era capaz de poder asumirlo, vi que el resto era ya caminar. A lo mejor algún día me ofrecen hacer algo que yo no me siento muy seguro, o que no es de mi perfil y diré que no, pero de momento, por lo menos para escuchar, hay que estar abierto.
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