Fernando León de Aranoa, comprometido en sus trabajos y preocupado por lo que atañe a la mayoría de la población, se muestra relajado y hace de anfitrión en la rueda de prensa. Presenta a los productores y a los actores. No parece amigo de este tipo de actos, pero hay que hacerlos y toma la mejor cara explicando lo que él cree.
En toda su carrera se ha centrado en otros grupos en peligro de exclusión social, en Amador lo hace con los inmigrantes como careta, pero «con problemas que pueden afectar a cualquiera porque en la vida hay que tomar decisiones«. Lo que le conmueve de Marcela, la protagonista, no es que sea inmigrante, «es su fuerza y entereza ante las situaciones que se descomponen a su alrededor«. Por tanto lo que le vuelve a interesar es «la lucha por la vida, por lo moral«. Así, aseguró que «Marcela viene de afuera por casualidad porque la mayor parte de las personas que cuídan a mayores son latinoamericanos«. Razón no le falta. Aquí son los latinos, en Gran Bretaña, por ejemplo, los africanos, más concretamente los nigerianos, se encargan de estos menesteres complejos de digerir.
Lo que nos dejó claro es que «lo que condiciona a Marcela es el dinero, y eso le puede pasar a cualquiera independientemente de su origen. Lo importante es que el espectador se sienta cercano al personaje; debe sentir lo que pasa«. Lo curioso es que Fernando dice que «las peliculas no deben dar discursos«, aunque lo evidente es que, si no nos los dan, por lo menos sí conciencian sobre las situaciones que motivan ciertas acciones. Decisiones complejas y no siempre bien vistas. Aquí, «la relacion entre Marcela y Amador es igual que la de dos desconocidos. Esconden muchas cosas ambos, cosas que ni su gente más cercana saben. Cosas que cuesta compartir y que son más fáciles de contar a un desconocido«. Con el caso de una persona que «cuenta sus historias en la barra de un bar» ejemplifica lo que él considera una «situación muy real«. En Amador la importancia se cimenta en el «determinismo y responsabilidad para saber jugar las piezas de la vida«. Un puzzle que reconstruye Marcela y que le provoca un cambio.
Con todas estas ventanas a la realidad no es de extrañar que Magaly Solier considere que «ha sido una experiencia maravillosa el trabajar con Fernando León. Ha sido diferente porque cada director tiene su manera de trabajar«, aseguró la peruana en la rueda. La «correa» que tiene Fernando para hacer películas con temas tan complejos convenció a Magaly, que dudó poco en aceptar el papel porque «él sabe lo que quiere de sus personajes«. Y en Internet vio Fernando León a la protagonista de La teta asustada. Con Marcela en la cabeza, y la vista en Internet, se elevó la figura de Magaly Solier que «consideró perfecta«. Tras un primer contacto se hicieron unas pruebas en la que Magaly pidió dos cosas: no hacer desnudos y retrasar la prueba porque no se la había preparado. Él no aceptó y quedó fascinado cuando encontró a Marcela en Magaly. «Tiene mucho misterio, expresividad, sencillez y profundidad; era perfecta«, apuntilló el madrileño que «desde la escritura del guión ya tenía claro que Celso Burgallo sería Amador«.
Fernando sabe de la dificultad de colocar películas de este tipo, pero se siente privilegiado por el cariño que sus trabajos han recibido por parte del público y por hacer lo que siempre ha querido. Así ha podido concretar otro proyecto cada vez. Ahora toca Amador. Lo que sabe, por experiencia, es que «el cine es un oficio cruel donde vales lo mismo que tu última película«.
Y en privado respondió a La Noche Americana…
Pregunta: Un vecino de Amador pregunta por el mal olor del edificio. Puri, la prostituta interpretada por Fanny de Castro, ¿es quién puede comprender los motivos de la acción de Marcela?
Respuesta: Puri lo comprende todo. No se asusta de nada. No hay nada inaceptable. Lo importante es protegerse uno lo máximo que pueda, y creo que le echa un cable a Marcela. Aunque sea como frontón. Es la única vez que Marcela confiesa en voz alta su angustia. Es la única con la que se confiesa. Es muy importante todo lo que pasa a través de ella.
P: La película tiene dos partes, la compresión del yo interno de Marcela , y su relación con Nelson. ¿No considera que la resolución con Nelson está un poco forzada? ¿Es poco verosímil? ¿Es un recurso?
R: Ella encuentra la foto con otra chica. Es representar de forma directa lo que Amador le había dicho de forma metafórica. Es un guiño a la inversa. Amador le habla de cómo hay que colocar las piezas del puzzle. Y esa foto que ella arma es una representación literal de lo que Amador le dijo. Me hacía gracia que esas palabras se plasmaran de forma tan concreta.
P: Lucio Godoy. Un maravilloso trabajo. En todas sus películas la música es muy buena: Manu Chao… ¿Marca algunas pautas, o deja libertad a la composición?
R: La película es la que marca el estilo. Es la gran referencia. En Los lunes al sol hizo un trabajo precioso en tan sólo diez días. Le llamamos muy tarde. Aquí ha tenido más tiempo y ha hecho un trabajo muy delicado. Quería una película delicada en sus extremos, comedia y drama. La música tenía que respetarlo. Para eso Lucio es perfecto porque es muy delicado. Estoy muy contento con la música y además hay ocho temas diferentes que significan un montón de creación musical. Es bien difícil. Yo he intentado ayudarle en todo lo que he podido. Darle claves de lo que yo sentía. Ver hacer este trabajo a Lucio ha sido un verdadero placer.
P: ¿Al final se hace un guiño que muestra que el mundo necesita de la inmigración?
R: Yo no sé si este mundo necesita al otro. Es ya parte de nuestra realidad desde hace años. No se puede parar la vida. La gente va a hacer lo que tenga que hacer para seguir con su vida. Pero me parece que es así. Pero está en la película, sí.
P: Todavía recuerdo la escena de Princesas en el bar, la mamada forzada… Son puntos de giro más claro. En Amador, ¿la ausencia de ese cambio es el conflicto?
R: Aquí el conflicto principal es el cambio. Lo que pasa en esa casa, esa situación tan difícil de manejar. Es el corazón de la película. Es un conflicto que va más allá, con las decisiones que tomamos, con la vida.
Fotos: CONSUELO RAMOS RONDA
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